El plan piloto del Ministerio de Industria para reducir la jornada laboral a cuatro días entre las pymes del sector no va a contar con un gran respaldo empresarial en Baleares. La postura generalizada es que la iniciativa «llega en mal momento», puesto que coincide con una acuciante falta de mano de obra que va a repetirse también esta temporada. En segundo lugar, las patronales alegan que, en lo tocante a las Islas, la industrial es una actividad intensiva y estrechamente ligada al sector turístico.
El Boletín Oficial del Estado (BOE) publicó ayer la convocatoria para la concesión de ayudas para el desarrollo del programa, con una cantidad total de 9,6 millones de euros y que puede alcanzar un máximo de 200.000 euros por empresa. Se trata de un proyecto experimental restringido a pymes industriales -hasta 250 trabajadores- y con vistas a extenderlo al resto de sectores en un futuro si la experiencia resulta satisfactoria.
La reducción de jornada debe afectar a un 30 % de la plantilla en empresas de hasta 20 personas, y a un 25 % en el caso de empresas de entre 21 y 249 empleados. Asimismo, solo se puede aplicar a personas con contrato indefinido a tiempo completo. El plazo de presentación de las solicitudes será de un mes desde la publicación en el día de ayer en el BOE. El Gobierno ha decidido restringirlo al sector industrial para conseguir una suficiente representatividad estadística que permita obtener conclusiones basadas en datos escalables al resto de sectores económicos.
Desde la Confederación de Asociaciones Empresariales de Baleares (CAEB) se refieren a los vínculos del sector industrial con la actividad turística como un factor «que plantea muchas dificultades para reducir jornada, máxime en una situación como la actual donde faltan trabajadores en la mayor parte de los sectores del tejido productivo».
Además, la entidad que preside Carmen Planas señala que este tipo de iniciativas ya están permitidas en el Estatuto de los Trabajadores «siempre que se cumplan los límites establecidos en cuestión de tiempos de descando y demás», y añade que la propuesta no está tampoco sobre la mesa del diálogo social.
Asimismo, CAEB subraya su total desacuerdo con subvenciones públicas a las empresas para que reduzcan sus horarios. «Cada empresa debe ser libre para gestionar sus recursos atendiendo a sus intereses y del modo que más le ayude a incrementar su productividad», sentencia.
Unos planteamientos con los que se alinea plenamente la Asociación de Industriales de Mallorca (ASIMA), integrada en la propia CAEB. La entidad que preside Francisco Martorell considera que muchas de las empresas industriales de los polígonos de Son Castelló y Can Valero encontrarían grandes dificultades para acogerse a este programa. «Hay sectores de servicios en los que una reducción de jornada laboral van en detrimento de dar un buen servicio». Entre esos sectores, destacan, sobresaldría el de la construcción.
Por su parte, la Asociación de la Pequeña y Mediana Empresa de Mallorca (PIMEM), presidida por Jordi Mora, alude igualmente a la falta de trabajadores y a la dinámica intensiva de la temporada alta. «En muchas ocasiones se necesitan más días de los que marca el calendario laboral para hacer frente a la demanda del mercado». Con todo, anima a las empresas que lo vean viable a acogerse al plan «para poder comprobar ventajas y desventajas», aunque avisa de que solo ha funcionado en territorios alejados del modelo productivo balear. «No ha funcionado en todos los países y en los que lo ha hecho ha sido con unas especificidades muy concretas, lejos del tejido de microempresa que tenemos en Mallorca y en un contexto de productividad muy diferente».
El portavoz del sector industrial en Pimem, Miquel Àngel Benito, advierte de que la falta de mano de obra va a recrudecerse esta temporada, según los signos que está percibiendo la patronal. «Pinta peor que el año pasado y en todos los sectores. No sé si era el momento oportuno para impulsar una medida así», afirma.
Por la parte sindical, el delegado de Industria de CCOO en Baleares, Daniel Cámara, señala que la medida «nos parece interesante porque obliga a las empresas a pactar las condiciones con los representantes de los trabajadores». Asimismo, cree que los «avances técnicos» en la industria permiten la reducción de la jornada sin afectar a la productividad, aunque reconoce que hasta ayer no había percibido un gran interés empresarial. "En principio nadie se ha mostrado interesado. Creo que ni ellos mismos (los representantes patronales) saben qué acogida puede tener".
Por su parte, su homólogo en UGT, Roberto Serrano, cree que «hay estudios y casos concretos de empresas en España que demuestran que las reducciones -sean de días a la semana o bien de horas diarias- se pueden traducir incluso en un aumento de la productividad». En ese sentido, subraya las incidencias positivas que tiene sobre el rendimiento del trabajador el alivio de la carga de trabajo. «Van más contentos y más descansados al centro de trabajo y eso se nota». Con todo, los dos representantes sindicales albergan sus dudas sobre el interés de las empresas.
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