El mundo alcanzó el pasado 15 de noviembre los 8.000 millones de personas. Se tardaron 12 años en pasar de 7.000 a las cifras actuales, pero se estima que para sumar mil millones más habrá que esperar 14,5 años, según datos del último informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA). EN 2080, alcanzaremos la cifra máxima: 10.400 millones de seres sobre la Tierra. La mitad del crecimiento se originará en países en vías de desarrollo. ¿Y en los países desarrollados, como por ejemplo España? La ONU dice en su informe que algunas de las causas que experimentará son baja natalidad y migración –por motivos económicos, climáticos o de conflicto–.
España perderá más de tres millones de habitantes de aquí a 2050, que llegará a los 50 millones y, no menos importante, experimentará una caída en número de residentes, sobre todo en Balears. En estos momentos, el 80 % del crecimiento del archipiélago balear en los últimos 20 años se debe gracias a la inmigración. A pesar de que los datos de la ONU no especifican lo que ocurrirá en las Islas, sí se verá afectada por las nuevas formas de poblaciones que, desde incluso 2019, se están produciendo en todo el mundo.
Uno de los aspectos más importantes es que, a pesar que de aquí a 15 años aumentaremos en 300.000 personas más, el crecimiento vegetativo será negativo y esto se debe a que Balears se encamina a ser ya un lugar de tránsito de las migraciones porque se están yendo a otras Comunidades o países. «Se pueden apreciar tendencias de que la gente se va de Balears, pero que esto se convierta así dependerá del modelo de vida, de vivienda y económico. Hasta ahora, el crecimiento demográfico se ha producido por la inmigración, que empezará a decaer», apunta el sociólogo David Abril.
La pirámide poblacional en las Islas se estrecha en la franja de 15 a 29 años, cuya suma representaba en 2021 el 11 % de la población balear total, según Datosmacro. Si en el pasado era la población que emigraba al archipiélago a trabajar, ahora no ven esta Comunidad como un lugar de oportunidades. Los mismos trabajadores piden antes otros destinos en la Península.
Coste de vida
El sociólogo David Abril sostiene que a pesar que en época estival las Islas abren la puerta al empleo temporal, y no es complicado encontrar trabajo, a su vez hace un «efecto disuasorio» porque el coste de vida es muy elevado. Esto ha hecho, entre otras cosas, que por primera vez en temporada alta de turismo haya sido muy difícil encontrar mano de obra en el sector de la restauración.
El catedrático de Geografía Humana de la UIB, el doctor Pere A. Salvà, pudo detectar a través de un estudio reciente, antes de la crisis de la COVID-19, la inmigración pasaba de ser residente habitual a ser ya la cuarta. El catedrático lo explica de la siguiente manera: «Las personas que venían a las Islas convertían el lugar como su primera o segunda residencia. En la época de Mariano Rajoy se impulsó una ley que obligaba a todos los residentes empadronados extranjeros a declarar todos sus bienes. Esto dio lugar a una fuga, convirtiéndose así en una población flotante. Es decir, se empezaron a empadronar a otros lugares». El cambio climático también será motivo de escape en pocos años en las Islas, llegando a temperaturas similares a la de países como Egipto debido al calentamiento global.
La dificultad por encontrar vivienda, en un mercado actual con mucha oferta y poquísima demanda, será todavía mayor si el modelo económico no cambia. El catedrático Pere A. Salvà recuerda que como la población balear crecerá en torno a 300.000 personas en 15 años, acorde con el Instituto Nacional de Estadística (INE), esto implicará más edificación. «Por cada tres habitantes se necesita una vivienda. Entonces, este será uno de los principales retos para los arquitectos».
La ONU ya lo venía advirtiendo: La velocidad de la urbanización planteará problemas para garantizar la disponibilidad de vivienda, infraestructura y transporte adecuados. Casi mil millones de personas en el mundo están calificados como «pobres urbanos».
¿Hacia dónde vamos?
El último informe sobre el Fondo de Población de Naciones Unidas advierte que el crecimiento mundial conllevará grandes desigualdades: más ricos y más pobres. Está claro que la población aumentará mucho, y en Balears se notará más por ser un territorio con limitaciones –unas islas–. Esto, en boca de ambos expertos entrevistados para Ultima Hora, provocará grandes «retos» para las administraciones porque será muy difícil abastecer las necesidades básicas.
El catedrático Pere A. Salvà aclara, por ejemplo, que aumentará la problemática con la Sanidad. «En el año 2000 ya tuvimos deficiencias en las competencias sanitarias y educativas, y debemos pensar, por lo tanto, que este crecimiento que vendrá, tan espectacular, complicará a la Administración». Esto, añade, sumado a la cifra de turistas en meses de verano, «donde en Mallorca pasamos de tener 900.000 habitantes a 1,4 millones».
Por su parte, el sociólogo David Abril recuerda el impacto medioambiental que podríamos tener en este territorio debido a las masas, sumado a la, cada vez más, fuga de jóvenes cualificados por dificultad de encontrar un salario digno y una vivienda: «El ritmo de crecimiento es superior a la capacidad de carga que tenemos. Los políticos deberían pensar en el bienestar colectivo para cambiar las cosas».
El cambio para mejorar la situación, concluye el catedrático, parte de modificar el modelo económico: «El crecimiento no es necesario para aumentar la calidad de vida. Soy todavía optimista. Tampoco hay que parar el turismo, pero creo que Balears debe ir encaminada a crecer en un aspecto sostenible».
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