En dicho estudio, las personas que han tenido tanto la infección por SARS-CoV-2 como las dosis de la vacuna tenían muchas menos probabilidades de informar síntomas comunes de COVID persistente que las personas que no estaban vacunadas cuando se infectaron. La investigación - aún no revisada - recoge que en las personas que habían recibido al menos dos dosis el riesgo de padecer fatiga meses después de la infección era un 64 por ciento menor. En el caso del dolor de cabeza la probabilidad era un 54 por ciento inferior.
«Es decir, cuando se compararon los datos de los vacunados con los no vacunados, el riesgo de padecer fatiga meses después de la infección (y tras ajustar el tiempo de seguimiento) era un 64 por ciento menor. En el caso del dolor de cabeza la probabilidad era un 54 por ciento inferior. Respecto a la debilidad, el riesgo fue un 57 por ciento menor y 68 por ciento inferior para el dolor muscular», ha resumido March.
En este sentido, ha añadido que «la vacunación reduce la incidencia prolongada de COVID al evitar que las personas se infecten en primer lugar. En teoría, las inyecciones también podrían proteger contra la afección al minimizar el tiempo que el virus tiene rienda suelta en el cuerpo durante las infecciones. Pero hasta ahora, los pocos estudios que han investigado si las vacunas protegen a las personas de la COVID prolongada han tenido resultados mixtos».
Cabe precisar que los investigadores compararon la prevalencia de cada síntoma con el estado de vacunación autoinformado y encontraron que los participantes completamente vacunados que también habían tenido COVID-19 tenían un 54 por ciento menos de probabilidades de reportar dolores de cabeza, un 64 por ciento menos de fatiga y un 68 por ciento menos de reportar dolor muscular que los no vacunados.
La vacunación redujo a la mitad el riesgo de COVID prolongado en un estudio del Reino Unido
Por otra parte, Reino Unido ha realizado otro estudio en el que se pone de manifiesto que la vacunación redujo a la mitad el riesgo de COVID prolongado. No obstante, el especialista en Salud Pública ha precisado que, «aunque los resultados de los estudios del Reino Unido e Israel muestran que la vacunación reduce el riesgo de COVID prolongado, las personas completamente vacunadas todavía corren el riesgo de desarrollar la afección. Y aún no está claro si la vacunación protege a las personas del COVID prolongado inducido por ómicron».
En este orden de cosas, ha precisado que «hay estudios en esta línea, con el objetivo de realizar un seguimiento del efecto de la vacunación frente al SARS-CoV-2 en los pacientes que han tenido la COVID-19 y sus síntomas persisten en el tiempo más allá de las cuatro semanas, es decir, pacientes con persistencia de síntomas de la COVID-19. En un estudio previo de SEMG con 273 pacientes con COVID persistente, el 55 por ciento no notó ningún cambio tras vacunarse y un 18 por ciento empeoró, mientras que el resto (26 por ciento) señaló que han mejorado con alguna de las dosis de la vacuna».
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