Se trata de la quinta edición de este informe, que recoge los principales indicadores socioeconómicos utilizados para conocer el nivel de competitividad, crecimiento económico y bienestar de los ciudadanos por comunidades autónomas y, como novedad, incluye un análisis de sensibilidad en el que se contemplan los datos y las variables económicas de las CCAA, así como su predisposición a salir primero o más tarde de la crisis. Según los economistas, a día de hoy es «difícil» conocer cuáles pueden ser las secuelas persistentes que la pandemia haya podido dejar en las economías regionales, así como el impacto a corto plazo de los riesgos ligados a la evolución epidemiológica, la escalada de la inflación, los «cuellos de botella» en las cadenas de suministros o el calendario y el efecto multiplicador de los fondos NGEU.
Sin embargo, consideran que, ante el desafío de la recuperación, cobra interés analizar las bases de las que parten las comunidades para afrontar ese reto a medio y largo plazo. García ha explicado que aspectos como los bajos niveles de productividad, los déficits de capital humano, la desigualdad social o la insuficiente digitalización «pueden lastrar la recuperación de determinados territorios y dificultar la consecución de los objetivos». Por ello, se ha establecido una clasificación en tres niveles, según la exposición al riesgo respecto a la media que presentan las CCAA en la actualidad: Escala alta, con un valor superior al 115% de la media; media, valor comprendido entre el 75 y el 115%; y baja, cuando el valor es inferior al 75% de la media. Estos índices sitúan Canarias, Extremadura, Andalucía e Islas Baleares en el grupo de comunidades autónomas que presentan una mayor exposición al riesgo (alta) para afrontar la recuperación, así como los retos ligados a ella. En el segundo nivel (exposición media) se incluyen a Murcia, la Comunidad Valenciana, Galicia, Castilla y León y Castilla La Mancha.
Finalmente, las regiones que están en mejor disposición para alcanzar una recuperación sólida, inclusiva, verde y digital (exposición baja) son Aragón, Asturias, Cantabria, La Rioja, Cataluña, Navarra, País Vasco y Madrid. Además, según el último Índice de Competitividad de Regional (ICREG) de Cantabria, que se obtiene a partir de 53 variables/indicadores agrupados en siete ejes competitivos, la comunidad no experimentó en 2020 cambios significativos respecto a 2019. No obstante, aun manteniendo un nivel competitivo medio-bajo, escaló una posición (a la novena) respecto al informe anterior, conjuntamente con Asturias y en detrimento de Galicia.
Las caídas en el índice cántabro referidas al entorno económico, el mercado de trabajo y la eficiencia empresarial, se compensaron con las mejoras en capital humano, el entorno institucional y la innovación. Asimismo, la contribución positiva más significativa se obtuvo en las variables relacionadas con la tasa de ahorro, el abandono escolar temprano, los delitos y el déficit; las empresas de más de 250 trabajadores e investigadores, el gasto en I+D, el comercio electrónico y los empleados que usan ordenador. Por el contrario, las que tuvieron una evolución más negativa fueron la variación PIB real, la tasa de paro y la juvenil; la formación por ocupado, el esfuerzo fiscal, el tráfico aéreo, la variación CLU y de la productividad; y las patentes. A nivel nacional, las comunidades más competitivas en 2020 fueron Madrid, Navarra y País Vasco.
Por el contrario, obtuvieron los valores más bajos del índice Extremadura, Andalucía, Canarias, Islas Baleares, Castilla La Mancha, Murcia y la Comunidad Valenciana. Mientras tanto en los extractos intermedios se situaron Cataluña y La Rioja, en competitividad media-alta; y Aragón, Castilla y León, Cantabria, Galicia y Asturias en media-baja.
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