Según el abogado de la defensa, el acusado se había desplazado este lunes hasta Palma desde Italia para explicar lo ocurrido ante el Tribunal mallorquín, pero tras saber que las jóvenes no declararían, él ha decidido acogerse a su derecho a no declarar. El suceso tuvo lugar en julio de 2018, en un hotel del Port d'Alcúdia, en el que trabajaba el acusado como animador. La Fiscalía sostiene que el hombre había entablado conversación con la víctima en varias ocasiones y que la invitó a salir, a ella y una amiga, con un grupo de animadores. Siguiendo con el relato del fiscal, tras un rato bebiendo alcohol, supuestamente el procesado dijo que se había olvidado la cartera en su apartamento en el complejo, para conseguir que la mujer le acompañara al mismo.
La Fiscalía acusa al hombre de haber violado a la mujer en la habitación. La Fiscalía pide para el acusado, además de la pena de cárcel, una orden de alejamiento en favor de la víctima, una medida de libertad vigilada durante seis años tras cumplir la condena de prisión y 25.000 euros de indemnización por los daños morales. Al término del juicio la Fiscalía ha mantenido sus conclusiones y la petición de cárcel, mientras que la defensa ha solicitado la absolución. El letrado defensor ha argumentado que no se pueden tener en cuenta las declaraciones de la denunciante en la fase de instrucción como prueba preconstituida, argumentando que esto sólo es posible en caso de que no pudiera declarar por causas ajenas a su voluntad. Así, en el juicio solamente han testificado un excompañero de trabajo del acusado y los guardias civiles que intervinieron ante la denuncia.
El excompañero del acusado, con el que también compartía habitación en el complejo, ha explicado que aquella noche el procesado le pidió que le acompañara para hablar con la denunciante y su amiga, porque le gustaba la primera. El testigo ha apuntado que «se notaba» que había interés entre ellos, «que estaban de 'ligoteo'». El testigo ha relatado que estuvieron bebiendo en una zona común del hotel y que después ellas les invitaron a subir a su habitación porque tenían «cartas para jugar» y más alcohol. En un momento dado, la denunciante y el acusado se fueron para comprar otra botella, y el testigo se quedó a solas con la otra chica hasta que, incómodo por la situación, decidió marcharse. Sin embargo, no fue a la habitación que compartía con el acusado sino a otro lugar. Más tarde, esa misma noche, volvió a ver a su compañero y éste le contó que él y la turista habían empezado a tener relaciones sexuales, pero que luego ella le había dicho que no quería y él había parado. «No le di mucha importancia», ha dicho el testigo. En la habitación tampoco notó «nada», ni volvieron a hablar del tema. Por otra parte, los guardias civiles que atendieron a la turista inglesa han explicado que, siguiendo el protocolo ante posibles casos de agresión sexual, acompañaron a la denunciante al Hospital de Inca, donde fue examinada por un forense.
Según un agente, se la veía «angustiada, nerviosa» y «con ansiedad». Una guardia civil ha indicado que la joven le contó los hechos como constaban en la denuncia, y que «lloraba y se quejaba de que tenía dolor» Por otro lado, la Guardia Civil realizó una inspección ocular de la habitación en la que presuntamente ocurrieron los hechos. Según han señalado, no se observaron signos de violencia, más allá de que la habitación estaba muy desordenada
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