«El nuestro es un sector privilegiado que ha seguido manteniendo la actividad. No hemos sufrido gravemente la pandemia», explica el presidente del COAAT, Luis Alfonso de León. «Eso no quiere decir que no hayamos sufrido los incrementos de precios en transporte y materiales o la falta de suministros». Con todo, el balance no puede ser negativo, dado el contexto de crisis económica global vivido. Es más, la caída de 2020 fue solo del 20 %, con lo que justo en el peor momento de la pandemia incluso se superaron las cifras de 2018.
Por otro lado, Palma es el nicho claro de las viviendas unifamiliares (1.086, un 68 % del total de Mallorca), con zonas como el Polígono de Levante o Archiduque Luis Salvador como ejemplos más claros. Algo que hace de Ciutat un foco «de máxima habitabilidad». Eso no significa que el acceso a la vivienda nueva no siga siendo un problema, al menos para el comprador nacional. Es más, la tónica general sigue siendo la reforma (llega a representar un 50 % de la obra nueva), simplemente porque «el nacional no se puede permitir comprar y lo que está haciendo en la mayoría de casos es rehabilitar y tener su casa en las mejores condiciones posibles». Esa va a seguir siendo la tendencia, estima De León, al menos para los próximos cinco años.
Por contra, la construcción de unifamiliares «es un mercado al alza», especialmente las grandes viviendas de lujo y con una gran inversión extranjera, explica el secretario técnico de COAAT, Mateu Moyà. Asimismo, la calidad de las construcciones es cada vez mayor, lo que va incrementando paralelamente los precios. El auge de la vivienda de lujo, de hecho, ha sido el principal motivo del incremento de visados. De este modo, la vivienda de lujo sigue siendo la gasolina que mantiene en marcha los visados de las unifamiliares, mientras que el auge de las viviendas plurifamiliares obedece mayoritariamente a viviendas sociales del Ibavi.
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