Echemos un vistazo a los datos. El número de menores fallecidos en castillos hinchables en España desde 2014 asciende a 4 con este último caso, y varias decenas han resultado heridos como consecuencia de accidentes en este tipo de atracción infantil. Se trata de una cifra muy inferior, por ejemplo, a la del número de niños ahogados cada verano en playas o piscinas, pero estos siniestros «causan mucho revuelo y nos afecta a todos los que nos dedicamos a este tipo de atracciones, sea una negligencia o un accidente sin culpables», lamenta Concha Martínez, copropietaria de El Castell dels Menuts, una veterana empresa familiar con 20 años de experiencia en el alquiler de estas estructuras. «La gente tiene que tener claro que un castillo hinchable no es peligroso, solo las empresas piratas que incumplen la normativa», denuncia la empresaria.
Normativa en Baleares
En Baleares no hay que lamentar la muerte de ningún niño a causa de este tipo de atracciones, pero sí heridos de diversa consideración a lo largo de los últimos años. En 2009, tres menores de 9, 5 y 2 años resultaron heridos al volcar por el viento un castillo hinchable instalado en el campo de fútbol de Algaida; en 2016, dos niñas y un niño de unos seis años de edad resultaron heridos en marzo de 2013 al volcar una atracción inflable en Son Ferrer, en Calvià, mientras celebraban una fiesta de cumpleaños; mientras que tres años después, en enero de 2016, un chaval de 13 años estuvo ingresado en la UCI tras caerle encima otro, mientras jugaban en un castillo hinchable en el Parc de sa Feixina, en Palma.
Concha Martínez, responsable de la empresa El Castell dels Menuts, recalca que la normativa a la hora de instalar este tipo de estructuras es autonómica, pero similar en todas las comunidades: «Un castillo hinchable requiere mucho papeleo, permisos y mantenimiento. Cuando se construye, necesita primero un proyecto técnico firmado por un ingeniero, que puede constar de hasta 70 páginas; también debe contar con algo así como su propia 'matrícula' y estar registrado en la Dirección General de Emergencias e Interior; ha tener un seguro en vigor y pasar la 'ITV' anual de este tipo de estructuras; así como contar con un permiso municipal y el certificado de instalación si se coloca en una vía pública. Y, por supuesto, hay que precintarlos si la previsión del día alerta de rachas superiores a los 38 kilómetros hora», enumera Martínez.
El problema surge cuando los particulares contratan estos castillos hinchables. «Todos estos requisitos ya no son obligatorios, y mucha gente prefiere pagar 70 euros por su instalación que 90. Menos dinero, menos seguridad. Siempre le digo a los posibles contratantes, que si lo quieren por menos dinero, yo no puedo alquilárselo. Al menos, les digo, que el castillo que contratan tenga todo el papeleo en regla. ¿Lo hacen? No lo sé», admite la empresaria.
Además, confiesa que son malos tiempos para este tipo de negocios. «Entre la pandemia, el papeleo y el mantenimiento de estas atracciones, los empresarios sin escrúpulos que ignoran la normativa para abaratar precios y noticias como las de estos días, con suerte solo ganas para subsistir. Mi marido y yo somos los únicos en la empresa. Entre semana nos dedicamos a otra cosa, los castillos hinchables son para el fin de semana y añadir algo a la hucha», finaliza.
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