«Allí fuera hay un coche con dos personas dentro muertas». Poco después de las dos de la tarde, un conductor de un autobús que se paró a repostar en la gasolinera Cepsa de Peguera alertó a la dependienta del macabro hallazgo de dos cadáveres de un hombre y una mujer en un Dodge de color negro. La Guardia Civil está investigando el caso y todo indica que el varón, que era un exmilitar, mató a su novia y luego se quitó la vida.
Una cámara registró la llegada del vehículo a la estación de servicio poco después de las doce del mediodía. Estacionaron en la parte trasera, cerca de los aseos. Él, de 37 años, estaba sentado al volante y ella, una mujer búlgara de 36, en el asiento del copiloto. De momento no se sabe con certeza qué ocurrió. Incluso en los primeros momentos se especuló con un suicidio pactado, aunque anoche la hipótesis de un caso de violencia de género ganaba fuerza.
Dos tiros
Cuando el chófer descubrió los cuerpos, el primero en intervenir fue un policía local de Calvià, que quedó horrorizado por la escena dantesca que se encontró. Ella había recibido un disparo a quemarropa en la cabeza, y el tiro había destrozado el cristal lateral. Él se había colocado la escopeta de caza entre la piernas y había disparado. El cartucho le alcanzó de lleno en la cara y agujereó el techo del coche. Nadie, sin embargo, escuchó las detonaciones. Lo que es un detalle extraño ya que se trata de una gasolinera abierta al público y dos tiros de escopeta de caza suponen un estrépito considerable.
En pocos minutos, tras ser alertado el centro de emergencias del 112 del doble fallecimiento, la zona quedó precintada y la Benemérita se hizo cargo de las diligencias. Tal y como se adelantó en primicia en la web de Ultima Hora, desde el primer momento los investigadores barajaron dos hipótesis: la de un crimen de violencia de género o la de un suicidio pactado. Lo primero, no obstante, era identificar los dos cuerpos y durante horas esa fue la prioridad. Luego, se supo que el varón había sido militar y que había residido en Esporles, aunque en la actualidad vivía en Palma. Sus siglas se corresponden con las de M.A.G. Ella –H.E.I.– era de nacionalidad búlgara y parece ser que trabajaba de camarera en un local de Punta Ballena.
El siguiente paso fue reconstruir si eran pareja. La investigación ocular en el escenario del crimen duró toda la tarde y los guardias civiles interrogaron a los empleados de la gasolinera y se llevaron algunas grabaciones de seguridad de la zona, para revisarlas. El coche, que tiene unos diez años de antigüedad, fue aparcado junto a una pared en su margen derecho, con lo cual la copiloto no podía salir fácilmente, según apreciaron los especialistas beneméritos.
El presunto homicida tenía permiso de armas, y la escopeta de caza que utilizó en el crimen había sido adquirida recientemente. Ni ella ni él, a la espera de su identificación definitiva, tenían denuncias previas por casos de malos tratos en el ámbito familiar.
El juez Antoni Garcías Sansaloni, titular del Juzgado de Instrucción número 7 de Palma y que ayer sustituía al titular del número 1, que estaba de guardia, se hizo cargo de la investigación. Una comisión judicial visitó la gasolinera y la escena del crimen, mientras una forense examinaba los cadáveres. La muerte, a ambos, les sobrevino al instante. En el habitáculo del vehículo, en principio, no se hallaron señales de lucha, aunque el Dodge fue retirado por una grúa para que los expertos de Criminalística lo examinaran a fondo. Al cierre de esta edición la Guardia Civil había contactado con la madre del fallecido para que les aclarara la relación que tenía con la mujer.
Nada más descubrirse los dos cuerpos, algunos vecinos se acercaron a la gasolinera, para interesarse por la ocurrido: «Esperemos que no sea nadie de aquí, esto es una zona poco transitada y estamos todos muy sorprendidos de lo que ha pasado», contó una mujer a este diario.
Otro, que reside a escasos metros de la estación de servicio, y que esa misma mañana había ido allí a comprar una barra de pan, explicó que él no había escuchado nada: «No me lo puedo creer, yo vivo allí (señalando con la mano) y no me he enterado de nada. Estamos todos alucinados porque es muy fuerte lo que ha pasado. Hablan de un crimen o de un suicidio doble».
Prueba de drogas
Hoy por la mañana está previsto que le practique las dos autopsias a los fallecidos, en el instituto anatómico forense. Los médicos también realizarán una analítica en busca de drogas o sedantes en el cuerpo de la mujer. El disparo fue a bocajarro, pero el cristal del piloto no estaba reventado, lo que implica que el asesino abrió la puerta y le colocó el arma a muy poca distancia de la cabeza, antes de disparar. La mujer no pudo huir porque no podía abrir su puerta, que estaba pegada a una pared. El cristal de su lado, en cambio, si que estaba fracturado, con un impacto de cartucho de dentro hacia fuera.
No había indicios de lucha en el interior del coche
Tanto la Guardia Civil como la comisión judicial centró las investigaciones en el coche estacionado en la gasolinera. En principio, no había señales de lucha evidentes en el interior. La principal hipótesis es que el varón tenía el arma en el maletero y salió a buscarla. Cuando regresó, abrió su puerta, la encañonó y le disparó a bocajarro en la cabeza. Luego, se sentó en el asiento del piloto, se colocó el arma entre las piernas, y se disparó en la mandíbula, lo que le destrozó la cabeza. Lo llamativo es que nadie escuchó nada.
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