Ceprede asegura que el PIB de Baleares perderá un 2,7% en 2020 y que será la más perjudicada por la crisis del coronavirus. Y con gran diferencia, puesto que solo Canarias pierde más de un 2% del PIB, concretamente un 2,1%. La tercera comunidad con mayor pérdida porcentual es Catalunya, que se dejaría un 1,9%, seguida de la Comunitat Valenciana (-1,8%), Madrid (-1,8%) y La Rioja (-1,8%). Las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla (-1,1%), Extremadura (-1,3%), Galicia (-1,4%) y Asturias (-1,4%) son las comunidades que menos acusarían la crisis de la COVID-19.
Según Ceprede, en términos absolutos, se podrían destruir un total de 300.000 puestos de trabajo. Las comunidades más castigadas serían Catalunya (60.000), Madrid (52.000) y Andalucía (46.000). Las estimaciones prevén que Balears perdería 11.254 puestos de trabajo.
El análisis regional se ha realizado considerando que la duración del estado de alarma será de un mes. Se ha supuesto que el estado de alarma supone una paralización completa de los gastos en consumo privado destinados a vehículos, alojamiento y hostelería, agencias de viaje, educación, servicios artísticos y espectáculos, además de servicios deportivos y recreativos. El informe considera que la demanda de productos industriales tiene un porcentaje de contención del 80%, mientras que, por ejemplo, para servicios de comercio al por menor cifra el parón en el 49%.
Las previsiones de Ceprede son una aproximación, puesto que todo parece indicar que las consecuencias del parón que padece la economía serán aún mayores. En este sentido, cifra en un 80% la parada del consumo en servicios de transporte aéreo cuando ahora mismo las operaciones son prácticamente testimoniales.
GOLDMAN SACHS. Las previsiones de Ceprede ya pueden catalogarse de optimistas. El pasado martes, Goldman Sachs pronosticaba que el PIB de España se desplomará un 9,7% este año, si bien anunciaba que la recuperación será sólida en 2021 y que alcanzará el 8,5%. Goldman Sachs preveía inicialmente que España crecería un 1,8% en 2020, pero a principios de marzo revisó sus previsiones y las dejó en el 1,3%. Y el martes pasado anunció un retroceso del 9,7%.
PREVISIONES. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico advirtió también días atrás de que el impacto económico supera ya sus peores previsiones. Al tiempo, dejó claro que es urgente un esfuerzo coordinado por parte de gobiernos y bancos centrales para superar la crisis. A principios de marzo, había asegurado que la COVID-19 podría reducir a la mitad el crecimiento de la economía mundial y situarlo en el 1,5% y aseguraba que la recesión sería inevitable en las economías europeas y japonesa.
Ángel Gurría, secretario general de la OCDE, explicó a principios de semana que “ya hemos avanzado mucho más allá del escenario más severo previsto” a principios de mes.
Por otra parte, la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) revisó sus previsiones publicada el pasado 23 de enero para incorporar una primera estimación del impacto económico del coronavirus. Era el 11 de marzo cuando desde Funcas apuntaban a que “la inexistencia de precedentes históricos comparables, unido a la incertidumbre con respecto al grado de extensión que alcanzará la enfermedad en las próximas semanas, su duración y el alcance de las medidas de contención que deberán adoptarse, dificulta la realización de estimaciones”.
Entonces, hace ya más de dos semanas, pronosticaba que el PIB crecería un 1,4%, una décima menos que la previsión anterior, si bien ya advertía de que “si la enfermedad continúa propagándose de forma significativa, se extiende en el tiempo más de lo esperado, y obliga a tomar medidas más severas, habría que revisar nuevamente estas previsiones a la baja”. Evidentemente, lo deberán hacer.
El Banco de España publicó el pasado miércoles su informe trimestral de la economía española. En esta ocasión, no contiene proyecciones macroeconómicas a medio plazo por la incertidumbre que provoca la crisis del coronavirus.
Rafael Doménech, responsable de Análisis Económico del Servicio de Estudios de BBVA, considera que si la actividad económica agregada disminuye al menos un 50% mientras dure esta situación, cada semana supondría un 1% menos de PIB.
TURISMO. Las perspectivas turísticas son inciertas. Nadie sabe cuándo finalizará el estado de alarma en España ni si los mercados emisores estarán entonces preparados para enviar turistas. Las previsiones más optimistas, que hace escasos días, preveían abrir en Semana Santa, ya saben que no podrán hacerlo y apuntan ahora al uno de mayo. Turoperadores, compañías aéreas, hoteleras, transportistas... todo el sector turístico está interesado en reiniciar las operaciones en el mínimo tiempo posible. Michael O'Leary, CEO de Ryanair, explicó el pasado martes que la inmensa mayoría de sus aviones se quedarían en sus bases -las excepciones son fundamentalmente para repatriación de turistas- y que, en principio, volverían a la actividad el uno de junio. De esta manera, descartaban ya que durante el mes de mayo se normalice la situación. Además, la totalidad de las compañías aéreas, tanto españolas como extranjeras, tienen extremas dificultades por el hecho de haber tenido que cesar su actividad prácticamente al 100%, igual que los turoperadores. De hecho, cada turoperador maneja una fecha diferente para el inicio de sus operaciones, pero ninguno puede garantizar que su previsión sea factible. Sus dificultades son también enormes.
Las compañías hoteleras de Mallorca -prácticamente todas han realizado un ERTE- abrirán las puertas de sus establecimientos tan pronto como sea posible. En todo caso, una vez finalizado el estado de alarma, no saben si tendrán clientes suficientes como para poder operar con normalidad. De hecho, las principales cadenas mallorquinas tienen previsto abrir sus hoteles de forma escalonada y no descartan que algún establecimiento se quede sin abrir esta temporada. Los hoteleros están a la expectativa y son conscientes de las enormes dificultades que tendrán esta temporada, si es que finalmente pueden abrir. No saben si Baleares recuperará la conectividad de temporadas anteriores ni si los turoperadores estarán en condiciones de vender sus paquetes. Las incógnitas son multitud y la posibilidad de tener que abrir sus puertas a partir del uno de julio, que hace días parecía una exageración, gana enteros con el paso de los días. La totalidad del sector turístico coincide en seguir la actualidad al minuto.
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