«Pepe, dame dos minutos para el ‘Palma Arena’, que hay un escrito». El juez José Castro entraba por el pasillo de su juzgado en torno a las diez de la mañana. Parecería un día normal por la frase de Ana Moreno, una de las funcionarias que tramita la macrocausa desde hace una década, pero era la última jornada de Castro como juez. En su última mañana tras 27 años en Instrucción 3 de Palma, el magistrado se despidió de medio edificio, tuvo un juicio sorpresa, condenó a un ladrón de gambones congelados y le devolvió el pasaporte a Jaume Matas.
El instructor más fiero se emociona
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1 comentario
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Pues a descansar y a disfrutar Señoría, un placer saber que hay Jueces imparciales, que no miran los nombres de los encausados.., hasta siempre..