Esta figura está recogida en el Decreto autonómico de Derechos y Deberes de los Alumnos, que, entre otras cuestiones, regula la mediación a través de alumnos como herramienta de resolución pacífica de conflictos en los centros escolares.
La mediación es una estrategia de resolución de conflictos de manera pacífica que ha demostrado resultados positivos.
La mediación escolar se inició en los años 60 en Estados Unidos y empezó a llegar a los centros docentes españoles en los 90.
En la mediación entre dos alumnos en conflicto, un tercero neutral, sin poder sobre los disputantes, ayuda a que éstos encuentren una solución. El mediador es el encargado de crear un clima de colaboración, reducir la hostilidad y conducir el proceso conflictivo a su objetivo de resolución pacífica. En definitiva, el mediador coopera, anima o fomenta la resolución del conflicto entre las dos partes en disputa a través de un proceso ya planificado y estructurado previamente, y donde es fundamental una adecuada comunicación.
Así, la función del alumno mediador es ayudar a las partes en conflicto a analizar todas las opciones que existen y tomar una decisión que beneficie a los alumnos involucrados. Los mediadores reciben una formación específica y su función está prevista en los planes de convivencia de cada centro docente, que abarcan a toda la comunidad escolar (profesorado, alumnado, padres y madres, y personal no docente).
Además de la formación específica, el alumno debe reunir unas cualidades como empatía, escucha activa, honestidad, humildad, prudencia, imparcialidad y confidencialidad.
No se recurre al alumno mediador para casos de acoso escolar o bullying, o faltas graves de conducta, que precisan de intervenciones más amplias y especializadas.
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