En su declaración como testigo ante el tribunal que juzga a la infanta Cristina, Urdangarin y otras 15 personas, la secretaria ha explicado que si bien cuando empezó a trabajar para el exduque de Palma, en abril de 2007, era él quien decidía si los gastos se consideraban personales o de la empresa que compartía al 50 % con la infanta, ella asumió esa tarea en cuestión de tres semanas.
Cuquerella ha afirmado que nunca vio a la infanta Cristina adoptar ninguna decisión relativa a Aizoon.
La empleada ha señalado que ella seguía los criterios que le había indicado Urdangarin para discriminar qué gastos eran personales o correspondientes a Aizoon y ha puesto como ejemplo que unos libros de Harry Potter se contabilizaron en la empresa porque los compró ella para los hijos de un cliente del marido de la infanta.
Ante la pregunta de si incluyó en Aizoon gastos de unas compras de ropa por catálogo de la infanta, la secretaria de Urdangarin ha respondido: «No lo hice, nunca metí gastos. Jamás metí gastos en Aizoon de nada que me diera la infanta Cristina, eso estoy completamente segura».
Respecto a una factura de ropa que se cargo a Aizoon, Cuquerella ha dicho que se hizo así por indicación de Urdangarin.
Cuquerella ha detallado que tenía «poca» relación con la infanta Cristina y únicamente la saludaba si se veían alguna vez que se quedaba a comer en la vivienda de los duques de Palma en Barcelona, donde se encontraban también las oficinas de Aizoon, o si bajaba a la planta baja a tomar un café o fumar un cigarrillo.
«Alguna vez me encargó que le comprase alguna cosilla», ha añadido, y ha especificado que en una ocasión en la que venía de visita la actual reina Máxima de Holanda y que coincidía que iba a ser su cumpleaños, le pidió que le comprara algo, «un pañuelo, un abanico o algo de aquí».
Para esa misma visita, la infanta también le encargó que le hiciera una reserva para ir con los niños a conocer una fábrica de chocolate.
Sobre varios encargos de flores, la secretaria ha indicado que siempre los realizó por indicación de Urdangarin y que eran detalles de cortesía cuando acudían a comer o a cenar con algún cliente de Aizoon, razón por la que se cargaban a la empresa.
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