La luz del inconfundible arcoíris deGuillem Timoner Obrador (Felanitx, 1926-2023) se apagó este jueves a los 97 años de edad, dejando un hueco irremplazable en la historia del ciclismo y del deporte mundial. El seis veces campeón del mundo de pista, primer español en coronarse como el mejor del planeta, deja tras de sí un palmarés irrepetible y una leyenda que le convirtió en un pionero del laureado deporte isleño y una referencia más allá de nuestras fronteras, donde su apellido seguía infundiendo respeto en los velódromos pese al devenir de los años. El velatorio de Timoner tendrá lugar este viernes, 18 de agosto, entre las 10 y las 12 horas en el cementerio de Felanitx. Por petición de la familia no habrá luto en el pueblo. El funeral en su memoria tendrá lugar el próximo lunes, a las 20 horas.
Nacido el 24 de junio de 1926 en Felanitx, donde da nombre a una calle y un polideportivo, además de poseer una escultura en su homenaje en uno de los accesos, Guillem Timoner ejerció como carpintero antes de meterse de lleno en el ciclismo, que sería su forma de vida y pasión durante décadas. Compañero de generación de los Bahamontes, Poblet, Company, Karmany, Gual, Trobat y la generación de oro del ciclismo mallorquín, fue quien destacó por encima de todo en la pista.
Con 14 años logró su primera victoria, en s'Horta, un triunfo que fue un punto de inflexión y que halló continuidad al estrenar su palmarés como campeón de España en Tortosa, en 1945, siendo recibido con honores a su vuelta a Felanitx, que le hizo hijo ilustre en el ya lejano 1960.
Estandarte de una época en la que los deportistas españoles surgían por generación espontánea y crecido en una Mallorca marcada por la Guerra Civil y los años posteriores de carestías, Guillem Timoner se hizo ciclista a caballo entre Campos y Tirador, dos velódromos históricos, para especializarse en la espectacular modalidad de medio fondo tras moto, aunque también en sus primeros años logró títulos nacionales en velocidad o persecución, hasta amontonar más de una veintena, además de ser campeón de Baleares entre 1944 y 1947.
Pero fueron los Campeonatos del Mundo, en los que mostró el camino al ciclismo español, los que consagraron al universal deportista ‘felanitxer'. Logró seis títulos, un hito a la altura de los más grandes de su época, todos en medio fondo tras moto, en 1955 (Milán), 1959 (Amsterdam), 1960 (Leipzig), 1962 (Milán), 1964 (París) y 1965 (San Sebastián), además de ser subcampeón mundial en 1956 (Copenhague) y 1958 (París).
Cabe añadir a sus grandes conquistas su título europeo tras moto comercial en 1962, destacando también su longeva trayectoria, siendo profesional entre 1941 y 1970, aunque posteriormente regresó sorprendentemente los años 1984 y 1985.
Otros hitos dentro de su brillante carrera deportiva son sus siete triunfos en el Gran Premio de las Nacionaes (entre 1959 y 1966), el Criterium de Asos (1953 y 1957), el Gran Premio de Mallorca (1963), el Gran Premio de Europa (1964) y los de Amberes (1965) y el Ciutat de Palma (1965).
Tras colgar la bicicleta, Timoner continuó en activo, siendo seleccionador español de pista entre 1971 y 1978, participando en los Juegos Olímpicos de Múnich (1972), para posteriormente abrir su propio negocio de bicicletas en Felanitx, convertido más adelante en un museo personal que reunía sus bicicletas y carteles de sus diferentes participaciones.
Más allá de los velódromos, Timoner -cuyo hermano Toni también se dedicó activamente al ciclismo en pista- recibió todas las distinciones posibles. Medalla de Oro al Mérito Deportivo (1959, 1962 y 1964), Medalla de Oro de la Ciudad de Palma y de Baleares (1964), el Siurell de Plata de Última Hora (1965), la distinción Cornelius Atticus (1997) y el Premi Ramón Llull (1998). A ello cabe unirla distinción por parte de la Casa Real como Maestre de la Real Orden del Mérito Deportivo (2003).
Su vida y trayectoria han dado pie a varios libros, como Timoner en persona. Una vida en pista (Jaume Caldentey-Miquel Adrover) o su biografía oficial, Campeonísimo. Todo ello refleja la trascendencia y relevancia de una figura que fue más allá de lo meramente deportivo, siendo emblema de Mallorca durante décadas. Las mismas en las que aficionados llegados de toda Europa visitaban su domicilio para conocerle, saludarle y visitar su completa exposición de bicicletas.
Las mujeres de su vida fueron Francisca Vallcaneras, su esposa e inseparable compañía durante tres cuartos de siglo, junto a su hija Gary, a quienes se unieron su nieta Silvia y su biznieto, la alegría de un hogar en unos años complicados y en los que la pérdida de su mujer y con el tiempo de su memoria a consecuencia del Alzheimer fueron borrando recuerdos que la bibliografía, la hemeroteca y la memoria colectiva se encargan de preservar para situar a Guillem Timoner Obrador entre los grandes iconos del deporte y la sociedad mallorquinas del siglo XX. El de Timoner se puede unir a otros apellidos que abrieron un camino para el deporte español décadas atrás: Santana, Blume, Pomar o Bahamontes.
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