El número uno del mundo estiró la semifinal hasta que el dolor tuvo que decir basta. Por dignidad y orgullo, el de Manacor peleó en un partido que, además de a un rival inspirado, tuvo que hacer frente a las molestias que ya entraron en juego en segunda y tercera ronda. Aquella rodilla vendada ante Khachanov volvió a enmudecer la Arthur Ashe.
El notorio público de Flushing Meadows vio en peligro al favorito número uno en un gesto cada vez más contrariado, con un primer vendaje en el primer set y otro con masaje en el inicio del segundo. La respuesta de Nadal no llegó a esa segunda manga, sin movilidad y desquiciado por culpa del gran mal contra el que ha peleado en varias etapas de su carrera.
No le quedó otra al español que poner fin a su intento de defender el título del año pasado en Nueva York, de buscar el 18 'grande' y acercarse a los 20 de Federer. Su cuarta retirada en un 'Grand Slam', Australia 2010, Roland Garros 2016 y este año en Australia, para dar un amargo pase a Del Potro, quien vuelve nueve años después a la final de Nueva York, donde le espera Djokovic.
El número uno volvió a sufrir en la Arthur Ashe. Entre el desgaste físico que extremó Thiem, las dudas que de nuevo sembró su rodilla y un rival que no dio respiro en busca de una mejor versión. Nadal perdió su saque para empezar y, aunque lo recuperó de inmediato, su gesto fue torciéndose y su rodilla ganando en protagonismo, vendada tras el séptimo juego.
En el noveno atacó el argentino para lograr el 'break', con el balear retirando el vendaje, y ponerse en disposición de cerrar la manga. El numantino Nadal salvó dos bolas de set para llegar a la muerte súbita y practicar sin éxito el escapismo: un revés imposible, una dejada, un globo, pero set para un contundente 'DelPo'.
El de Tandil siguió a lo suyo mientras Nadal comenzaba a ver inevitable su retirada. El balear salvó el 'break' cantado y pidió de nuevo auxilio del vendaje y el masaje. Soluciones que no bastaban para aliviar el dolor ni cambiar un inevitable desenlace. Los errores no forzados crecieron en Nadal como la ventaja para un Del Potro que cerró el segundo parcial sin clemencia (6-2).
Ahí dijo basta un Nadal que ve peligrar ahora la Copa Davis, llamado a liderar a España la semana que viene en la semifinal contra Francia en Lille. El argentino jugará su segunda final de un 'grande', en el mismo escenario que la primera, tras una venganza agridulce contra su verdugo el año pasado en Nueva York y esta temporada en Wimbledon y Roland Garros.
DJOKOVIC, RIVAL EN LA FINAL
Así, Del Potro tendrá la oportunidad de levantar su segundo 'grande' ante Djokovic, campeón en Wimbledon este año, que sólo necesitó dos horas y 22 minutos para deshacerse del japonés Kei Nishikori en la otra semifinal (6-3, 6-4, 6-2).
En las tres mangas que duró el encuentro, el balcánico mantuvo intacto su servicio, salvando dos ocasiones de rotura para el nipón, y aprovechó tres de las 17 oportunidades de quiebre, ganando además un 80 por ciento de los puntos con su primer saque.
Con todo ello, Djokovic, ganador en Flushing Meadows en 2011 y 2015, alcanzó su segunda final consecutiva de un 'Grand Slam', una demostración de que ha recuperado su mejor forma. Sin embargo, deberá ser preciso ante Del Potro, que sólo ha perdido un set en seis partidos en Nueva York. Ante el de Tandil, 'Nole' goza de un favorable 14-4 en el circuito.
Desde ahora, Djokovic es el jugador activo con más finales en el US Open, con ocho en total, y deja atrás el récord de Roger Federer, que se queda con siete. Además, iguala el número de avances de Ivan Lendl y Pete Sampras, cada uno con ocho pases al partido definitivo del torneo.
«Me sentí realmente bien. Es más fácil decirlo que hacerlo; hay que ejecutar los tiros contra Kei Nishikori, uno de los tenistas más rápidos en el circuito», explicó Djokovic en la cancha.
El serbio de 31 años, que no estuvo en Flushing Meadows el año pasado debido a una lesión en el codo y volvió al circuito este año después de una operación, comentó que estaba emocionado de volver nuevamente a los grandes escenarios. «Para mí significa todo. Igual que otros miles de tenistas en el mundo, intento dar lo mejor de mí», concluyó.
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