Rumanía: Tatarasanu; Sapunaru, Chirches, Grigore, Rat (Filip, m.62); Prepelija, Pintilii (Hoban, m.46); Torje, Stancu (Andone, m.84), Chipciu; Keseru
Suiza: Sommer; Lichtsteiner, Schar, Djourou, Rodriguez; Behrami, Xhaka; Shaquiri (Tarashaj, m.91), Dzemaili (Lang, m.84), Mehmedi; Seferovic (Embolo, m.64)
Goles: 0-1, m.18: Stancu (p); 1-1, m.57: Mehmedi
Árbitro: Sergei Karasev (RUS), amonestó a los rumanos Chipciu, Keseru, Prepelija y Grigore y a los suizos Xhaka y Embolo
Incidencias: Segundo partido de la primera fase del grupo A de la Eurocopa de Francia disputado en el Parque de los Príncipes de París ante unos 40.000 espectadores.
Suiza remontó un gol en contra frente a Rumanía para conseguir un empate en el segundo partido del grupo A de la Eurocopa (1-1) que les deja franca la clasificación para octavos de final y mantiene a los rumanos con opciones de lograrla en la última jornada.
Los helvéticos se plantan con 4 puntos antes del duelo decisivo del grupo contra Francia, mientras que el logrado hoy por los rumanos les permite mantener opciones de seguir adelante en la competición a condición de que venzan a Albania en la última jornada.
El empate hizo justicia al empeño de Rumanía y al dominio de Suiza, sin que ni unos ni otros pudieran reivindicar mejor suerte.
Tras encontrarse con un penalti regalado, igual que les sucedió contra Francia el pasado viernes, los rumanos no supieron cerrar bien su defensa y recibieron el tercer gol en lo que va de Eurocopa, uno más del total que les metieron en toda la fase de clasificación.
Suiza mantuvo algunos de los problemas que ya mostró contra Albania, a quien derrotó gracias a un error del portero rival, pero contra quien concedió ocasiones pese a que jugó buena parte del partido con un hombre más por la expulsión de Lorik Cana.
Rumanía necesitaba a toda costa puntuar para no quedar definitivamente descolgado de la competición, pero los de Anghel Iordannescu se mantuvieron fieles a su estilo, un conjunto sólido atrás, dinámico con el balón, veloz en la salida.
Y Suiza siguió siendo una selección bisoña en ataque, con la pólvora mojada cuando se acercaba al área rival.
La mejor metáfora de eso es su atacante Haris Seferovic, que llegó al partido colmado de críticas por las tres claras ocasiones que falló frente a Albania. Unas críticas que no surtieron efecto, porque el jugador del Eintracht Fráncfort siguió sin ver la meta.
Falló dos duelos contra Trtarasanu, a los 7 y a los 16 minutos, en la mejor fase del juego helvético.
Dos más tarde, Lichtsteiner agarró de forma burda la camiseta de Chipciu en el área y el árbitro, que apenas estaba a dos metros, no tuvo más remedio que pitar penalti.
Como en el partido inaugural, Stancu fue el encargado de transformarlo y convertirse en el tercer futbolista que se anota dos penas máximas en una misma Eurocopa, tras el danés Frank Arnesen en 1984 y el español Gaizka Mendieta en 2000.
Rumanía se encontraba en su postura favorita ante un equipo obligado a atacar.
Diez minutos más tarde, Sapunaru pudo sentenciar en un disparo a bocajarro sobre la meta de Sommer que se estrelló en el exterior del palo.
Nada más comenzar la segunda parte, el balón se paseó por la línea de gol suizo en un disparo de Keseru, pero Djourou lo sacó a córner. Rumanía no sentenció.
Les costó sudar a los suizos para lograr el empate, que llegó en una jugada a balón parado, después de que todo lo que intentaban con la pelota en movimiento se fundiera cuando penetraban en el área.
A punto de cumplirse la hora de juego, comenzaba a perder la paciencia Petkovic con Seferovic y ya se había colocado la camiseta para saltar al césped el joven Breel Embolo, que a sus 19 años es una de las sensaciones del fútbol suizo, autor de 13 goles y 9 asistencias esta temporada con el Basilea, 17 tantos y 13 pases decisivos la pasada.
Pero en ese momento apareció el fogonazo de Behrami, que aprovechó un balón descolgado al saque de un córner para sacarse una potente volea que se coló en las mallas de Tatarasanu.
La batalla había sido intensa y el empate goloso para las dos selecciones, lo que hizo que la intensidad del partido decayera muchos enteros.
Los banquillos trataron de reactivar a sus equipos, pero faltaban fuerzas e ideas y la sangre nueva no aportó lo necesario.
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