Degenkolb, ganador en Viana, fue el más poderoso en el esprint de la capital riojana, donde se impuso con una gran remontada al italiano Daniele Bennati (Radioshack), quien fue el primero en lanzar el ataque por la etapa y al belga Gianni Meersman (Lotto Belisol), en una jornada que se cerró a una media de 44,8 kilómetros por hora y que no alteró la general, con los favoritos en su sitio en espera de finales excitantes.
«Purito» se pasó por el podio a enfundarse la roja. El catalán tiene marcada la etapa de Jaca, la que asumirá como candidato con las diferencias mínimas de 1 y 5 segundos respecto al británico Chris Froome y Alberto Contador respectivamente.
En un clima bélico, tenso, esta vez sí hubo etapa de transición, incluso de recreo y recuperación de fuerzas después de las dos primeras llegadas en alto de Arrate y Valdezcaray. También fue una jornada de debate y reflexión con los nervios aún a flor de piel. El ya famoso trastazo de Valverde y la huida del Sky y sus secuaces en la víspera encendió el asunto de la ética, la moral y la solidaridad en el ciclismo. En la tórrida salida logroñesa no se hablaba de otra cosa. Y cada uno, a lo suyo.
Unzue hablaba de «mal día para la imagen del ciclismo» desde las filas del Movistar. Juan Antonio Flecha (Sky) denunciaba cierto «chantaje» para buscar culpables, en el Katusha, su segundo director, Dimitry Konishev decía algo así como que «hay que estar al loro, delante, cuando hay viento». Contador se apuntó a la teoría de que «cada uno defiende sus intereses». Y Valverde se quedó mudo, pero sin maillot rojo. Lucía uno blanco de la general por puntos.
En la carretera poca guerra en un recorrido propio de un Mundial, es decir, un circuito de 21 kilómetros que había que rodear 8 veces. Día de reposo, propicio para cerrar heridas, pero eso sí, sin olvidar, porque los archivos mentales siguen abiertos, con nombres, apellidos y hechos anotados. La Vuelta «es muy larga», señaló Valverde a un paso de su compañero Imanol Erviti, con la cara destrozada en el accidente.
El pelotón se lo tomó con calma. Todos menos uno, porque el murciano Javier Chacón, del Andalucia, no quiso asumir el paseo global y se marchó a lucir el maillot todo lo que pudiera. Un debutante en la Vuelta que se fue este año a Azerbaiyàn a ganar una etapa. Aquel esfuerzo mereció la pena para estrenar su palmarés a los 27 años.
En la etapa riojana no sonó la flauta. Llegó a tener casi un cuarto de hora de adelanto, pero el pelotón se despertó de la siesta para devolver a Chacón al anonimato a 28 kilómetros de meta. Cambió entonces el escenario al olor del triunfo de etapa. Turno para los equipos de los esprinters. Hay pocos «hombres bala», los Cavendish, Greipel, Sagan... no están, pero los que están saben que ahora tienen su momento de gloria.
Últimos kilómetros de desorden. También se nota la ausencia de estrellas en el desgobierno del pelotón. Ningún equipo impone su tren, luego son muchos los que compran boletos. Entre todos salió Bennati, que la próxima temporada correrá en el Saxo Bank de Contador, dispuesto a sorprender a sus rivales, pero Degenkolb, a patadas con sus pedales, en una alarde de enorme potencia, le pasó a escasos metros de la línea.
El corredor germano, de 23 años y criado a la vera de Cavendish en el HTC, cambió de aires esta temporada para volar en solitario. Y de momento con acierto, ya que firmó su octava victoria de la temporada. En la Avenida de la Paz de Logroño la guerra empezó a suavizarse. No todo eran lágrimas.
Mañana se disputará la sexta etapa entre Tarazona y Jaca, de 175,4 kilómetros, con el tercer final en alto en la meta del Fuerte del Rapitán, un ascenso de tercera categoría.
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