—23 de julio de 2008. Alpe d'Huez.
—La verdad que la fecha no la recordaba, pero ese día pude cumplir un sueño que tenía desde que era chiquitillo.
—¿Qué recuerda de aquel día?
Recuerdo que hicimos un etapón muy duro, pero contaba con un equipazo y me llevaron hasta pie de Alpe d'Huez prácticamente sin haberme desgastado nada, salvo los kilómetros que había que hacer que eran unos pocos. 200 kilómetros y casi 6 horas de bicicleta, pero sabía que me jugaba el Tour y que aquel día era el más importante de mi carrera.
—Una etapa de las que se puede decir que casi ya no existen.
El ciclismo sigue siendo duro. Todo va cambiando. Todo va evolucionando, pero sí es cierto que la acumulación de kilómetros ya no se hace de esa manera. Ahora son etapas un poco más explosivas, pero sigue siendo muy duro.
—No sé si había mucha gente que pensaba que Carlos Sastre podía ganar en París cuando todavía quedaba una contrarreloj de 53 kilómetros contra un consumado especialista como Cadel Evans, aunque la realidad es que nunca peligró la general.
En el Tour, en aquella época, el que llegaba bien al final de la carrera, solía hacer bien la crono. Yo en toda mi carrera, en todos los Tours que hice pues siempre estuve ahí. De hecho, creo que acabé el 12 y eso que los últimos cinco kilómetros disfruté cómo un niño chico de aquel momento porque sabía que lo tenía. Quise disfrutar ese momento porque había luchado siempre por ello. Yo fui muy tranquilo a esa última contrarreloj. Ya lo dije por aquel entonces, era Evans el que tenía que recuperar el tiempo. Yo lo único que tenía que hacer era defenderme y fue lo que hice.
—Esa victoria también conllevó una, no sé si llamarla polémica, con Lance Armstrong, quien aseguró que volvía de su retiro porque si usted ganaba, el podía volver a hacerlo.
Bueno, lo intentó, pero no lo pudo ganar. Yo ya ni entro en esos pormenores de lo que pueden decir unos y otros. Lo que yo conseguí en aquel momento me hizo muy feliz. Yo siento que gané la carrera que quería ganar. Que la he ganado por mí mismo, sin ningún tipo de cosa ajena a mí, y lo que diga el resto del mundo me da bastante igual. Al final, mi nombre sigue estando ahí y el de otros pues ya no está.
—Armstrong es el gran nombre y le quitaron todos sus Tours, pero en aquella época fueron muchos los que se vieron salpicados por el dopaje. Usted tiene un historial impoluto, pero como una persona que compartió pelotón con ellos, ¿qué piensa de aquellos años y todos los escándalos que hubo? El ciclismo quedó muy tocado.
—Bueno, yo creo que a mucha gente que hizo trampas se le pilló y se le sancionó. Y hubo mucha gente que no hicimos trampas y tuvimos una carrera deportiva digna y respetuosa. Para mí lo más importante es quedarse con las cosas positivas. Para conseguir tus sueños hay que superar diferentes obstáculos. Yo superé todos los que encontré en el camino para conseguir la victoria en el Tour y me siento feliz. No quiero entrar en valorar ninguna cosa más.
—Más allá de todo esto. ¿Qué recuerda de esos años? Si tuviese que quedarse con algún momento de su carrera. Obviamente a parte del Tour.
Al final, se te quedan todos esos momentos que has superado, las personas que te han acompañado… Tienes todos esos recuerdos y esas experiencias de lo vivido y sufrido para conseguir esos objetivos que tenías. Las ganas por prepararte… Son tantas experiencias y tantas cosas bonitas las que me han pasado... Soy un afortunado.
—Alguna vez ha dejado entrever que pese a que sus mejores años llegaron con CSC, fue en la ONCE donde mejor estuvo.
No. Fui feliz en los dos sitios. Lo que yo siempre digo es que Manolo Sainz me enseñó a ser ciclista. Manolo era una persona severa y muy entregada con los entrenamientos. Le daba mucha importancia al entrenamiento, al descanso, al material y, en definitiva, a hacer las cosas bien. A mí me enseñó a ser ciclista y gracias a Manolo disputaba todas las contrarrelojes aunque fuese el 150 de la general. Con él, en la ONCE, aprendí a estar preparado para cuando tuviese la oportunidad de brillar. Estaba preparado para afrontar esas contrarrelojes con garantías. Y luego, Bjarne Riis, en el CSC, me dio la oportunidad de brillar. Sacó de mí lo que tenía que sacar para poder ganar una carrera como el Tour. Yo siempre estaré agradecido a estas dos personas. Seguramente no comparto o no compartía con ellos muchas de las cosas que ellos pensaban, pero eso me vino bien para aprender y ver que no sólo el camino que yo quería era el correcto. Ellos me ayudaron, me dieron su punto de vista, la información que yo necesitaba y, a partir de eso, conseguí lo que quería.
—¿Quiénes son los mejores ciclistas a los que se enfrentó?
Un corredor con el que me batí el cobre en muchas ocasiones fue Denis Menchov y luego también fue compañero mío en mi ultimo año como profesional. Alberto Contador, que también compartí con él la parte final de mi carrera deportiva y años muy importantes de Alberto; y era un corredor al que era muy difícil ganarle. Andreas Kloden, Evans… hay muchos corredores. Armstrong, evidentemente lo tuvimos que sufrir y padecer. Roberto Heras también era un gran corredor con el que también tuve la suerte de compartir pelotón. Creo que Heras era un corredor que cuando se marcaba un objetivo era especial. No era de los que fallaba.
—Ahora, con su tienda de bicis sigue ligado al ciclismo, pero ¿echa de menos aquellos años?
No, echarlos de menos no. Es bonito recordarlos de vez en cuando, como estamos haciendo ahora. También cuando nos juntamos corredores de la época y ‘te acuerdas de esto, Carlos, no sé no sé cuánto'. Tenemos nuestras cositas y eso es bonito, pero echarlo de menos como tal no. Me gusta recordar las cosas bonitas que nos pasaron.
—Ahora, yendo al presente, se podría decir que estamos viviendo una época dorada.
A nivel internacional, la verdad es que sí. Estamos viviendo una época en la que los duelos del Tour entre Pogacar y Vingegaard están siendo súper bonitos. Pogacar es una gozada en todas las carreras a las que va. A nivel español, nos falta un corredor de referencia, pero tenemos juventud con Carlos Rodríguez y Juan Ayuso. También viene apretando fuerte Pablo Torres, que lo hizo muy bien el Giro Nextgeneration. Hay otros de los que no se habla tanto como Sergio Romeo y alguno más. Van dando pasitos poco a poco y van asentándose en el profesionalismo. Nos falta un referente, pero quizás en unos años lo podemos tener.
—Está el Tour a la vuelta de la esquina. ¿Quién es su favorito?
Todo el mundo habla de Pogacar, pero de Vingegaard no tenemos nada de información. Desde su caída no se sabe nada. Es cierto que fue una caída complicada, pero mi deseo es que se recupere para volver a vivir esa batalla. A nivel personal, también creo que Carlos Rodríguez dejó el año pasado una gran sensación, ganando una etapa y acabando quinto en el Tour. Es un corredor que va cogiendo su experiencia, va cogiendo su lugar. A mí me gusta desde siempre y lo sigo desde que era juvenil y para mí es un corredor importante. Creo que él, con Egan Bernal, pueden desestabilizar mucho a otros equipos. Igual nos encontramos un Tour más abierto.
—Y bueno, ya para ir acabando, este año le tendremos en Ibiza para correr la Cicloturista, que menudo cartel. Todos los españoles ganadores del Tour.
La verdad que es muy bonito porque es algo que nunca se había hecho. Miguel y Perico pertenecen a otra generación. Alberto, Óscar y yo a la misma. También viene Joane. Es bonito poder juntarnos y poder disfrutar de algo que hemos hecho en diferentes épocas y hacerlo en Ibiza, más todavía. Es una isla especial, con su encanto y su magia. Todos estamos encantados de poder juntarnos allí.
—Todo un regalo para los aficionados a la bici, tener la posibilidad de rodar con ustedes.
Bueno, un regalo para ellos y también para nosotros. Al final, disfrutamos unos de los otros porque cuando compartes esa pasión por la bicicleta es muy bonito.
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