Hasta la fecha el técnico suma un total de 49 partidos repartidos entre liga, el playoff y la Copa Federación. 23 triunfos, 14 empates y 11 derrotas, con un total de 70 goles a favor y 44 en contra. Esos son los guarismos de Manolo González, que este curso tiene a su equipo en la segunda posición con solo un partido perdido.
El preparador no oculta la satisfacción que le producen esos números que no son nada sencillos: «Es muy difícil, teniendo en cuenta el presupuesto que tenemos a la hora de firmar jugadores y lo que condiciona el tema de la vivienda en la isla y demás. Es complicado firmar con poco dinero y tener el balance que tenemos en estos 50 partidos, creo que es espectacular».
Manolo llegó a la isla como un técnico con una amplia experiencia en la categoría y con grandes campañas a su espalda con el Badalona. Ahora, en Santa Eulària está firmando sus mejores registros de siempre y al ser cuestionado por su conocimiento del fútbol de bronce, señala: «Cada liga es diferente, cada grupo es diferente. Por ejemplo, el año pasado también éramos grupo III y este año no tiene nada que ver. Al final, cada grupo, cada competición y cada equipo que tú tienes cada año es otra historia».
«Pienso que aquí hemos conseguido mantener un regularidad a nivel competitivo, hemos conseguido que tenga una identidad, que sea reconocible porque juega bien al fútbol y es ofensivo. También es solidario, a nivel de compañerismo», añade.
Clave del éxito
El técnico, además, tiene claro que sin su equipo y sin el cuerpo técnico no podría haber logrado estos números. Para él, son la clave de su éxito en el banquillo: «Tengo un gran segundo entrenador que siempre me ayuda. Entre los dos hacemos mucha faena, la que en otros cuerpos técnicos lo hacen muchas personas. Hemos tenido grandes preparadores físicos, también nos han ayudado a nivel de entrenador de porteros. No hay que olvidar que los jugadores han creído mucho en nosotros. Somos un equipo con todas las letras. Se ayudan dentro del campo y son solidarios en el trabajo y en el esfuerzo, que es lo más difícil de conseguir».
Cuando hecha la vista atrás, tiene claro que el mejor partido en la Peña fue la victoria del curso pasado ante el Espanyol B. Un 0-3 que recuerda con cariño: «Fue espectacular. El partido más completo que hemos hecho».
Por contra, está convencido de que su peor día fue el año pasado en Mallorca ante el Andratx y no borraría el partido contra el Murcia en el que se perdió el ascenso: «Fue una pena porque perdimos el ascenso, pero no considero que fuésemos peores, pero los detalles nos mataron ese día. Era un partido que estaba muy de cara para ellos, jugaron con 15.000 aficionados muy cerca de su casa. En Galicia, por ejemplo, ese partido no hubiese sido el mismo. Aún así, fue una temporada excelente. Este año vamos a intentar salvar al equipo lo más pronto posible y, después, a intentar pelear para estar arriba otra vez».
Pero para ello tiene muy claro que su equipo debe ser regular como lo fue el pasado curso. «Por suerte, hemos empezado bien, pero es complicado aguantar toda la liga arriba. Son muchos partidos. Hay que ser muy regulares».
Al insistirle sobre si ve a su equipo peleando por el ascenso, señala: «Hoy –ayer para el lector–, en el entrenamiento, a los jugadores les he dicho que si el equipo sigue en esta evolución podemos estar arriba, pero si perdemos nuestra señas de identidad, que son las que nos hacen diferentes: el trabajo, el compañerismo, el compromiso y demás... Si perdemos eso, seremos un equipo cualquiera y muy vulnerable».
Por último, sobre su adaptación a la isla, reconoce que en algunos momentos le cuesta el cambio: «Es diferente. Estábamos acostumbrados a la Península y es complejo. Aquí necesitas el barco o el avión para salir y se hace raro. Además, en Barcelona tienes todo a mano y vivir aquí te condiciona un poco porque si quieres moverte en coche necesitas el barco y quizás eso es lo que peor llevo».
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