Andrea Romero, delante del cartel que anunciaba el Campeonato de España absoluto de pista cubierta.

Andrea Romero Escandell (Formentera, 20-04-2000) se halla esta semana en modo de desconexión tras un inicio de año frenético, en el que puede presumir de haber conseguido dos medallas nacionales de oro en categoría sub-23: una en campo a través y otra en los 3.000 metros lisos. Además, disputó el fin de semana pasado la final del Campeonato de España absoluto de esta última distancia. La corredora del Juventud Atlética Elche afrontará nuevos retos desde la semana que viene, en la que tomará parte en el Mundial universitario de campo a través, y se prepara para seguir cumpliendo sueños como el de ser «internacional absoluta».

—¿Con qué sabor se queda tras su primera final absoluta?
—Agridulce. Más agria que dulce. Esperaba tener posibilidades y sabía que tenía que luchar para estar ahí, pero la verdad es que pensaba hacerlo mejor. No sé si es porque arrastro muchas competiciones, pero no me llegué a encontrar bien. En la semifinal, de cabeza no corrí bien. No disfruté. Tenía presión por estas últimas semanas. Sólo quería disfrutar porque no era mi competición, pero salí descontenta. Luego, en la final, el ritmo no me acompañó. No daba para más. No tenía más que dar y ya está. Creo que podía desde conseguir un bronce hasta quedar última. No puede pelear la final y me quedé con las ganas.

—Supongo que, al menos, se queda con la experiencia vivida.
—Sí, la experiencia estuvo superbien. Lo que pasa es que me di cuenta de que me falta mucha experiencia aún y mucho entrenamiento. Al final, no es sólo una marca, sino saber competir y estar ahí. La gente tiene ese plus de muchos años de experiencia. Aunque me moviera en marcas parecidas a las absolutas, su experiencia y cambio de ritmo hace mucho.

—Lo cierto es que las marcas hacen pensar que no le venía mal el tipo de carrera.
—No sé si estaba cansada o qué pasó. Le dije a mi entrenador: «Es que no tengo más. Las piernas no me van. Estoy cansada». De hecho, esta semana me la he tomado de descanso. Vengo de muchas semanas de competición, sometida a mucha presión y a exigirse mucho de mí.

—Entiendo que se debe notar el salto a una competición de categoría absoluta.
—La verdad es que sí. El año que viene ya me toca pertenecer a esa categoría, así que toca ponerse las pilas.

—¿Con qué se queda de esa final nacional?
—Lo mejor es haber estado con las mejores. Estar en una final así te pone el vello de punta. Cruzas la meta y estás con gente que es una pasada, con tus referentes. Y estás cerca, en su camino. Al final, me veo más cerca de mis objetivos y de las metas que tengo en mente.

—¿Y lo peor?
—Que yo quería un poco más, pero es por la ambición que tengo.

—¿Crece ahora la motivación por superarse a sí misma tras esta experiencia?
—Exacto. No vale sólo una marca. Es entrenar y todo lo que supone: experiencia, nervios, cambios de ritmo...

—¿Cuáles son los próximos objetivos que tiene por delante?
—La semana que viene voy al Mundial universitario, en Portugal. Para mí es como un premio y quiero disfrutarlo. De cara a verano, me gustaría mejorar mis marcas, sorprenderme a mí misma en cuanto a tiempos, porque tampoco esperaba hacer un 9’09’’. Después, tengo las ligas con mi club, en abril, y el Campeonato de España, en julio. Pero lo más importante para mí es ir a diferentes mítines. En el Nacional quiero hacerlo bien y ojalá pille una chapa, pero me da igual. Quiero mejorar los tiempos en los mítines y ojalá pueda ser internacional con la selección absoluta.