—¿En qué consistirán estas charlas?
—Están dentro un ciclo que se llama Xerrades Obertes y que está organizado por el área de Deportes del Consell d'Eivissa, Toni Suñer y María José Torres. Por estas jornadas ya han pasado nutricionistas, técnicos deportivos y estas que voy a dar yo se centran en la motivación. La idea es trabajar con los entrenadores y los deportistas para hablar mucho de la motivación y por qué a veces no se consiguen los resultados esperados cuando hay un entrenamiento bastante intenso. El deporte es fundamental para edades infantojuveniles. Es la primera herramienta que tienen de socialización, en muchos casos la única. Es una adquisición de un estilo de vida saludable física y mentalmente. Trabajar sobre la motivación sobre los entrenadores. Estos son un agente mediador, son como los segundos padres, como un profesor. Ellos son los que valoran el éxito, los que enseñan, los que aprueban o castigan. Es muy importante trabajar no solo sobre el resultado, también sobre el proceso para que los niños no abandonen el deporte por desmotivación.
—Hasta qué punto es importante el deporte en la formación de una persona.
—Para mí es esencial y se ha demostrado científicamente que mejora el funcionamiento cerebral, previene enfermedades, no solo la obesidad o la adición a las nuevas tecnologías, que se está viendo mucho. La adición a las tecnologías genera obesidad y otros problemas como ansiedad, dificultad para relacionarse... El deporte es una herramienta salvadora para todo esto. El deporte ayuda a sociabilizar. Trabajas la competitividad, el trabajo en equipo, la tolerancia, la frustración, aprender a seguir las reglas... El deporte es esencial para cualquier niño en el proceso de desarrollo.
—Hablaba antes de la figura del entrenador.
—El entrenador es fundamental. Es una figura de autoridad, de referencia y emocionalmente significativa para el niño. Él tiene ese poder de darles confianza, autoestima y que desarrollen esas habilidades. Los entrenadores de vieja escuela son muy de marcar el error. Yo soy partidaria de que hay que corregir, es fundamental para enseñar, pero también hay que reconocer lo que se ha avanzado. Siempre que se corrige hay que reforzar lo positivo. Es fundamental ese equilibrio para que haya buenos resultados y el niño tenga autoestima.
—¿Y los padres? Muchos piensan que tienen en su casa a un súper crack.
—Una de las cosas que tratamos en estas charlas son las expectativas. A veces, las tenemos muy altas y no son ajustadas a la realidad. La probabilidad de que hijo sea una estrella del deporte es muy pequeña. Es más probable que te parta un rayo. Lo que sí es positivo es que tengamos expectativas de que el niño va a aprender a sociabilizar, va a tener un estilo de vida saludable, va a aprender tolerancia a la frustración, pero cuidado con proyectar en los hijos lo que nos hubiese gustado cumplir como adultos. Es improbable y genera presión sobre el niño.
—Por eso le quería preguntar. Hasta qué punto los padres quieren que su hijo sea lo que ellos no lograron.
—Pasa muchas veces que el padre quiere que su hijo cumpla los sueños que él no pudo conseguir. Al padre igual le hubiese gustado ser tenista o futbolista profesional, pero vivir del deporte es algo muy complicado. No hay que ejercer presión sobre lo que se pueda llegar a ser. Hay una zona de aprendizaje que es lo que yo sé y lo que puedo aprender, pero si me presionas para aprender mucho más allá, me voy a frustrar y no voy a llegar. Hay que ir paso a paso y centrarse en disfrutar del deporte.
—Menciona la presión. Recientemente se ha visto en los Juegos Olímpicos como toda una estrella mundial como Simone Biles no competía por no encontrarse bien mentalmente.
—Realmente es algo que siempre ha existido en el deporte, pero ahora yo creo que es saludable que se hable de la depresión y la ansiedad en público. Que una persona con tanta relevancia como Simone Biles hable de esto y ponga en primer lugar su salud sobre el rendimiento deportivo, una excelencia que ya demostró que tiene, da un ejemplo muy saludable a los niños y a los adolescentes. Lo primero es la salud mental y física, y luego el rendimiento deportivo. Si ella descansa y se recupera podrá tener una carrera más larga y ser más feliz. Es un ejemplo lo que ha hecho.
—¿Llega esta presión a los niños?
—En esta sociedad la presión por el éxito y por conseguir resultados nos afecta a todos. Los padres no son responsables de trasladar esta presión a sus hijos porque ellos también lo viven, es algo cultural. Lo que sí reflejan los estudios es que se consiguen mejores resultados cuando no te obsesionas con el resultado y vas paso a paso. También trabajar en equipo. Si un entrenador consigue hacer valer el trabajo en equipo sobre la individualidad, el resultado será mejor.
—¿Cómo se gestiona el éxito o el fracaso?
—Hay personas que tienen una capacidad innata para desarrollar ciertos deportes. Luego hay una gran parte que es aprendida y luego está la parte psicológica que es igual de importante. Para poder lograr el máximo rendimiento debemos confiar en nosotros mismos. Esa confianza tiene mucho que ver con la motivació. La motivación intrínseca. El hago lo que me gusta porque me gusta. No porque me premie mi padre o el entrenador. Es muy importante hacer lo que nos gusta porque es dónde conseguiremos el máximo rendimiento. Ahí tiene tanto que ver el deportista como el entorno.
—¿Cómo ha evolucionado la psicología deportiva en los últimos años? Ha pasado de prácticamente no existir a estar en todos los clubes profesionales.
—Con la salud mental en general hay un estigma. Es como reconocer una debilidad. La dificultad de integrar a los psicólogos era como reconocer que tienes una debilidad ante el contrario, que necesitas un apoyo. Es todo lo contrario, se ha demostrado que tienes un mejor rendimiento porque la mente y el cuerpo están relacionados. No puedes conseguir un alto nivel deportivo si la mente no funciona de una manera saludable. Es muy positivo que se hable de salud mental en la esfera de lo público.
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