Sergio Castel intenta escaparse de la marca del defensa Peybernes en una acción del duelo entre la UD Ibiza y el Málaga. | Daniel Espinosa

La UD Ibiza empató contra el Málaga en su estreno como local en el fútbol profesional. El cuadro de Juan Carlos Carcedo, con un ambiente festivo, se marchó de Can Misses con un sabor agridulce después de haber dejado escapar dos goles de ventaja y tener que conformarse con un 2-2. Bogusz firmó dos golazos de fábula para encarrilar un triunfo que se disipó después de que Luis Muñoz, justo después del 2-0, y Roberto, en el minuto 87, neutralizaran la renta unionista.

El equipo celeste saltó al terreno de juego con prácticamente el mismo once que el de la semana pasada. Solamente hubo una novedad con respecto al choque del Zaragoza: la entrada de Javi Lara por Ekain. El cordobés se ubicó en la posición de extremo izquierda y Bogusz se colocó en la media punta. Cifu, que repitió de extremo, y Castel completaron el ataque de un equipo que de centro campo hacia atrás se mantiene inamovible.

El choque comenzó con polémica. En el primer minuto de juego, Rubén vio la tarjeta amarilla. Al igual que en el choque anterior, el central del equipo ibicenco se iba a ver condicionado durante muchísimos minutos e iba a tener que medir bien sus acciones para evitar dejar a los suyos con uno menos.

Pese a esta acción aislada, lo cierto es que la Udé salió mejor plantada al terreno de juego y fue, poco a poco, adueñándose del balón. Fruto de su mayor elaboración se produjo la primera ocasión del partido a los diez minutos. Javi Lara, desde la frontal, disparó fuera tras recibir el balón de Castel. Esto espoleó a la grada, que comenzó a animar con más ímpetu a los suyos.

Eso sí, en Segunda, los errores se pagan mucho más que en la categoría de bronce y el Málaga estuvo a punto de sacar tajada de uno pasado el cuarto de hora de juego. Afortunadamente, apareció Superman Germán para sacar una mano salvadora ante el disparo franco de Kevin. Parada, no; paradón.

Del infierno a cielo y del cielo al infierno hay un paso. El cuadro andaluz perdonó y, acto seguido, el cuadro de Juan Carlos Carcedo no lo hizo. Bogusz firmó un golazo tras volear a la red un centro de Cifu al segundo palo. Era el minuto 19 y las casi 2.500 gargantas que se habían dado cita en Can Misses rugieron al unísono. No era para menos. Se trataba del primer gol de un equipo pitiuso en el fútbol profesional, un momento histórico para la isla en el mundo del deporte rey.

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El golpe sentó como un jarro de agua fría al equipo de José Alberto López, que no supo reaccionar. El Málaga estaba bajo el dominio de los de Carcedo, que no volvieron a pasar apuros en defensa. También es cierto que los celestes no generaron mucho más peligro, pero no lo necesitaban. El que tenía que remar era el equipo andaluz, pero lo hacía a contracorriente y sin la fuerza necesaria como para mantenerse a flote. De hecho, la última aproximación destacable de este primer tiempo fue para la Udé. Después de que Castel fuera derribado en las inmediaciones del área, Javi Lara colocó con mimo el balón sobre el césped. Sin embargo, su lanzamiento se estrelló en la barrera.

La segunda mitad comenzó como un tiro. Brandon protagonizó una internada por la izquierda y su pase de la muerte no encontró rematador por poco. El Málaga tenía otra marcha, sabedor de que necesitaba reaccionar cuanto antes si quería sacar algo positivo de la isla.

Con el partido más nivelado que nunca, Bogusz sacó la varita a pasear. El delantero polaco se sacó un conejo de la chistera cuando nadie lo esperaba. Desde el vértice del área se inventó un lanzamiento potente y bombeado que se coló por la escuadra larga sin que Dani Barrio pudiera hacer nada. La grada comenzó a corear el nombre del polaco, que saldó con sobresaliente su primera aparición ante sus aficionados.

Reacción
López movió el banquillo rápidamente con un triple cambio. Gracias a ello, el Málaga recortó distancias en un santiamén con una jugada de tiralíneas que definió Luis Muñoz.
De la hipotética tranquilidad del 2-0 se pasó al nerviosismo en estado puro. La UD Ibiza perdió el control del juego ante un Málaga que comenzó a creer en sí mismo. De hecho, tuvo el empate en el 76, justo después de la pausa de hidratación, pero Roberto no llegó por poco al centro de Jairo.

Genaro también lo intentó con un lanzamiento exterior que se marchó alto, pero la más clara la tuvo Castel, quien, tras driblar al portero, lanzó fuera.

Fue Roberto el que acabó encontrando recompensa al buen hacer visitante. Recibió un pase en profundidad de Haitam y envió el balón lejos del alcance de Germán. Pudo ser peor, pues Juande, de cabeza, perdonó el 2-3 en el descuento. De esta forma, se aguó la fiesta que se prevía tras el doblete de Bogusz en el debut como local de una UD Ibiza que, con todo, se mantiene invicta tras las dos primeras jornadas. No es poco.