Marc Tur en las instalaciones del CAR de Sant Cugat.

Marc Tur Picó (Santa Eulària, 30-11-1994) está ultimando su preparación para los Juegos Olímpicos de Tokio en el CAR de San Cugat en Barcelona. Allí estará hasta el 29 de julio, cuando pondrá rumbo al país nipón para participar en los 50 kilómetros marcha que se celebrarán el seis de agosto en Sapporo, aunque por la diferencia horaria en España será la noche del cinco de agosto.

—¿Qué piensa cuando escucha la palabra Tokio?

—Muchas emociones. Ahora mismo, mucha ilusión. Es lo que llevo buscando desde que empecé el alto nivel. Los anteriores Juegos de Río me pillaron un poco verde. Creo que si lo hubiese hecho bien, podría haber ido, pero no fue el caso. Fueron unos años desastrosos. Entonces, durante estos últimos cinco años, solo tenía una cosa en la mente que eran los Juegos. Era mi principal meta y ahora que lo he conseguido, lo afronto con mucha ilusión. Es escuchar la palabra Tokio y son muchos sentimientos juntos.

—Más que a nivel emocional, ¿a nivel deportivo qué significa estar allí?

—Para mí es casi llegar a lo más alto. No es lo más alto, que sería conseguir un buen resultado, pero el sueño de cualquier deportista es llegar a los Juegos. En lo que es la competición, para mí no va a diferir mucho de lo que es un Mundial, que ya he estado, pero claro, el hecho de realizarse cada cuatro años, estar en la villa olímpica con todos los deportistas… pues es cumplir un sueño.

—Campeón de Europa este año con su mejor marca. Decimonoveno en el Mundial de 2019 ¿Se marca algún objetivo para los Juegos?

—En Doha quedé el 19, una posición muy mejorable, pero las condiciones eran pésimas y no fui bien preparado. Desde entonces, con la pandemia, he seguido entrenando bastante bien. En 2020, no competí y no se vio reflejado en resultados; y ahora, en 2021, he dado el pelotazo. He explotado en cuanto a resultados. De cara a los Juegos quiero hacer un registro similar al que conseguí en el Campeonato de Europa, aunque va a estar difícil. Hay mucha presión y la condiciones no van a ser tan buenas porque habrá mucho calor y humedad, pero mi objetivo es estar entre los de delante. Aspiro a estar entre los 10 primeros. Obviamente hay muchos factores y, por ejemplo, no sé cómo me va a afectar el estar en mis primeros Juegos Olímpicos, pero me estoy entrenando bien y voy con muchas ganas.

—Estar en sus mejores tiempos es estar en diploma.

—Exacto. Mi objetivo es estar en diploma olímpico, que son palabras mayores. Quizás esté aspirando demasiado alto al ser mis primeros Juegos, pero yo saldré a por ello y allí ya se verá. Yo tengo claro que son unos Juegos y no sé si voy a estar en los siguientes. Me voy a dejar la piel. La gente me dice que ya lo he conseguido y que disfrute, pero no es así. He conseguido clasificarme y ahora quiero demostrar y darlo todo.

—Decía el maratoniano Dani Mateo, que se estaba preparando en Ibiza, que cuando se pone el dorsal no sale a disfrutar, sale a competir.

—Exacto, ese es un mensaje claro. Obviamente si te sale bien lo disfrutas, si no fuese así no estaríamos haciendo esto, pero hay una parte que es un sufrimiento brutal. Acabas la competición y si te dicen: ¿Lo volverías hacer? Pues igual te lo piensas de lo que llegas a sufrir.

—Mejor que usted no se conoce nadie. ¿En qué estado llega?

—Pues estoy entrenando bastante bien. Estamos intentando simular las condiciones que tendremos en Sapporo y se nota. A la hora de los entrenamientos se nota. Normalmente, en esta época del año no salimos a entrenar al mediodía. Son las horas de aquí que más se parecen a Sapporo.

—¿Cómo está siendo la preparación?

—Pues lo principal es que estamos intentando hacer la mayor adaptación posible a Sapporo. Las condiciones de Sapporo se parecen mucho a las de Ibiza. Sería como competir a las siete o ocho de la mañana en Ibiza. A mí me da pena no poder estar allí preparándome, pero es verdad que aquí tenemos muchas cosas que no tengo en la isla. Estamos intentando simular al máximo las condiciones, con una humedad entre el 70 y el 80 % y una temperatura de entre 26 y 29 grados. Aquí en el CAR tenemos una cámara de calor. Es como una habitación en la que puedes regular el calor y la humedad y allí hay una cinta de correr. No todos los entrenamientos son allí, pero sí hemos hecho varios. La verdad es que al principio cuesta con esa sensación de bochorno y agobio. Por suerte, no es la misma que tuvimos en Doha, que eran unas condiciones muchísimo más duras. En resumen, los primeros entrenamientos fueron muy duros, pero ya voy notando la adaptación y espero que me sirva para los Juegos. Tengo muy buenas sensaciones. No tengo ninguna molestia y eso es muy importante porque estamos entrenando al límite y navegas en esa línea de entre llegar en forma y llegar lesionado.

—¿Cómo se imagina la carrera? Supongo que ya la habrá corrido unas cuantas veces en su mente.

—Sí, sí, sí. La cosa es que en 50 kilómetros, casi cuatro horas, pueden haber tantas posibles carreras, y en mi cabeza tengo todas esas posibilidades. No me imagino una sola carrera, me imagino muchísimas, pero no creo que la gente se guarde nada. Creo que los que estén más en forma saldrán a por todas desde el principio. Creo que va a ser una competición muy dura porque todo el mundo irá a tope.

Noticias relacionadas

—Entonces será una carrera de eliminación.

—Exacto. En un 50 varía mucho, pero no creo que vaya a haber un pelotón y se decida en los últimos kilómetros. Creo que desde el principio habrá un grupo de cabeza que irá disminuyendo y el que aguante el ritmo se llevará las medallas. Creo que esta es la posibilidad más real, pero tengo muchas en la cabeza. También dependerá del día y el calor que haga. Hay muchos factores.

—¿Y le va bien ese tipo de carrera?

—Yo creo que sí. Estoy bastante adaptado a las condiciones, pero todo es verme allí. Igual salen tan rápido que no soy capaz de irme con ellos.

—Se une la corta lista de ibicencos olímpicos. ¿Ha hablado con alguno de ellos?

—Pues desde que me clasifiqué no. A la que tengo mucho aprecio es a Mar Sánchez que fue mi fisio cuando todavía estaba en Ibiza. Ella mientras me trataba me contaba sus experiencias, me contó cuando estuvo en los Juegos y a mí se me caía la baba. Es cierto que no hablé con ninguno de ellos desde que me clasifiqué. Sí lo hice con uno que casi lo fue, como es mi mentor Mario Avellaneda. Me alegró mucho recibir un mensaje suyo porque cuando yo empecé a marchar él era mi referencia, era mi ídolo. Me alegré mucho de que me escribiese. También le dije que me costó quitarle el récord de Baleares, pero lo hice.

—Hace no tanto veíamos un Marc Tur con muchos problemas de faltas. ¿Qué ha cambiado?

—Muchas cosas. El 2016 fue uno de mis peores años. Empecé con problemas de técnica. Yo nunca había tenido problemas de técnica, pero cogí un vicio en mi forma de marchar. La marcha es muy técnica y si no lo haces bien te echan, no te dejan llegar a meta. A mí me costó mucho. Ha sido mucho trabajo físico, técnico, psicológico… Lo que más me costó fue aceptarlo. Yo no aceptaba que tenía problemas en la técnica. Nunca había tenido problemas y no podía ser, eran los jueces los que se equivocaban, pero no. Era yo el que marchaba mal. Me costó casi un año o dos llegar a ese punto. Un tiempo en el que prácticamente no acababa ninguna competición. Poco a poco, fui viendo la luz y fui cambiando aspectos. Lo más importante es la mente y aceptarlo, eso fue lo básico. Luego, hice muchos entrenamiento de técnica, también trabajos de biomecánica, que me ayudaron mucho a corregir ese vicio. Es como cualquier vicio de la vida. Deja de comerte las uñas, pero no es tan fácil. Quitar los vicios cuesta. Al final lo he conseguido solventar y ha sido un cambio progresivo a lo largo de los años y ya he conseguido consolidar esa técnica. Por culpa de descuidarme un año, me ha costado varios más.

—Cuando echa la vista atrás y ve todo ese trabajo, ¿qué piensa?

—Pienso que me ha costado mucho y por ello le doy más valor a donde estoy ahora. Hay gente que en sub-20 empieza a destacar y ya tiene una progresión hacia arriba. En mi caso no ha sido así. Yo empecé a destacar en sub-20, luego comencé a empeorar y luego poco a poco he vuelto a subir. Miro atrás y le doy valor a todo el esfuerzo y todas las horas invertidas. Yo me dije que lo quería intentar y que quería ser olímpico. Lo he conseguido y le doy mucho valor que me haya costado tanto. Al final, el trabajo termina saliendo.

—Serán sus primeros Juegos, pero es relativamente joven para la distancia.

—Sí, pero si me preguntas esto por si pienso en tomarme estos como una experiencia de cara a otros Juegos posibles futuros. La respuesta es para nada. Me ha costado mucho tener esta oportunidad y no la voy a dejar escapar. Fue difícil clasificarme para los Juegos y lo veo como una oportunidad que puede ser única. Si quiero puedo alargar mucho mi vida deportiva en la marcha, pero estoy en el mejor momento de forma de mi carrera y no quiero desaprovechar la oportunidad. No quiero ir con miedo de ser inexperto.

—Hablando de alargar carreras, Bragado, a sus 51 años, estará en Sapporo. ¿Que aporta tener una leyenda en el equipo?

—La verdad que te da muchos consejos. Al final marchar con él es todo un honor. Es una leyenda. Es el deportista español que más veces ha ido a los Juegos. Aún así sigue siendo mi adversario y es todo un honor competir contra él y, sobre todo, aprender. Con mi edad ya había sido campeón del mundo.

—A nivel del equipo español de marcha qué espera en los Juegos. Se atreve a pronosticar alguna medalla.

—Pues la verdad creo que vamos bastante fuertes. En los 20 kilómetros cualquiera puede hacer medalla. Los tres chicos y las tres chicas tienen opciones. En la Copa de Europa hicieron segundo, tercero y cuarto y segunda, tercera y cuarta. Hay nivelazo. Creo que hay oportunidades reales de medalla. En el 50, no creo que estemos tan cerca de las medallas, pero sí en los puestos de finalista.

—No puedo no preguntarle por el conflicto de la pista de atletismo de Can Misses.

—Me da mucha pena. El deporte rey es el fútbol y eso nadie lo niega. Es una industria que mueve mucha gente y es muy importante, pero no hay que olvidarse del resto de los deportes. El atletismo y el Pitiús, que lleva toda la vida y es el emblema del atletismo ibicenco… no sé. Que se juegue tan fácilmente con esto. No creo que se haya hecho de la mejor forma posible. Tendrán que convivir, pero creo que no se le ha dado ningún tipo de importancia al atletismo.