Cuando la toalla volaba hacia el cuadrilátero, el silencio se hizo en el pabellón de sa Blanca Dona. La esquina de Víctor Bonet entregaba la cuchara ante la superioridad de John Carter, que privó al púgil ibicenco de coronarse campeón de España del peso superpluma ante los suyos. Una vez sobre la lona, las lágrimas inundaron una isla que vio cómo se rompió el sueño de ver a su campeón en lo más alto. Eso sí, los alrededor de 1.300 espectadores que no se quisieron perder esta cita histórica –nunca se había celebrado aquí una pelea por el título nacional ni había participado en ella un pitiuso– no dudaron en ponerse de pie y aplaudir al del Ibiza Boxing Club, muy querido por todos. No merecía menos.
Tras subir al ring ovacionado por los suyos y con todos en pie, Víctor Bonet arrancó los primeros ánimos del público local con algún impacto sobre el andaluz, que controló mejor la situación en el arranque. En el segundo combate ya se vio sufrir algo al del Ibiza Boxing Club, a lo que inmediatamente respondió la grada con gritos de «Víctor, Víctor» para animarle. De hecho, esto espoleó a Bonet, que mostró una tímida reacción.
A partir del tercero, Carter empezó a dejar claro que era campeón de España por algo. Desde el centro del cuadrilátero llevó el control de la pelea y dirigió en varias ocasiones a su rival hacia las cuerdas. En el cuarto incluso hizo tambalear a su adversario, pero la respuesta del ibicenco llegó en forma de zurdazo a la cabeza.
El quinto asalto fue de ida y vuelta. Comenzó golpeando el del Ibiza Boxing Club, pero el granadino se repuso. Con todo, al final parecía estar más entero el local, que llevó a la esquina a su contrincante por primera vez, aunque no lo aprovechó para atacar.
Tras la llamada de «segundos fuera» empezó a forjarse el principio del fin. El andaluz conectó algún duro golpe a Víctor, que acabó de rodillas sobre la lona. Aguantó hasta el último segundo para levantarse, lo que llevó el delirio a la grada. Sin embargo, Carter olió la sangre y se lanzó sobre él. El martilleo de golpes obligó a Bartolo a arrojar la toalla y poner fin así a una pelea que permitió al del sur mantener el título de campeón.
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