Las matemáticas dicen que aún quedan vida, pero lo cierto es que el punto es insuficiente y desciende virtualmente a la Peña. Es cierto que cosas más raras se han visto en el fútbol, pero que los de Santa Eulària acaben salvándose sería un auténtico milagro.
Los de Dani Mori se jugaban ayer la vida ante el Cornellà. Fallaron. Las cuentas eran claras, sólo valía la victoria para seguir soñando y el empate no es suficiente. Si alguien mereció ganar sobre el césped fueron los blancos. El fútbol no entiende de merecimientos y una vez más, se vio que a la Peña le falta pólvora. La mano que sacó Ramón, portero visitante, en el minuto 93 para evitar el tanto de Salinas, pudo haber sido la última palada para enterrar a los ibicencos.
El partido comenzó mal para los locales. Los nervios de lo que había en juego se notaban y las imprecisiones eran la tónica general. El Cornellà tenía el balón, pero sin crear peligro. Así transcurrieron los primeros 20 minutos de juego. Hasta que un despeje cayó en los pies de Sergio Cortés, el mejor de los visitantes. Éste impuso una verticalidad endiablada y tras hacer la pared con un compañero batió a Imanol con un certero disparo a la cepa del palo.
El gol, dejó KO a la Peña. Un minuto después, Rafa Mújica perdonó el segundo en un mano a mano. Y en la jugada inmediatamente posterior, el árbitro anuló el segundo tanto visitante en una jugada muy justa. Fueron los peores minutos de los de Santa Eulària.
Los catalanes dieron un paso atrás, y los ibicencos empezaron a crear más juego. A la media hora, Bernal puso el balón al área con mucho veneno. Quedó muerto. Ni Salinas, ni Gorriz, ni Guille Andrés supieron meter gol. Sólo había que empujarla. Nadie lo hizo.
Al filo del descanso, llegó el empate. Un gran pase a la espalda de los centrales, lo aprovechó Guille Andrés para, con un toque sutil, batir por alto al portero visitante.
Antes del descanso, pudo llegar el segundo, pero Craviotto le sacó una gran mano a Rueda cuando todo el mundo cantaba el gol.
Tras el paso por vestuarios, los de Dani Mori salieron bien, sin apretar en exceso, pero controlando el juego. En el 57, Rueda volvió a perdonar con un disparo desde dentro del área que se fue alto.
Cinco minutos más tarde, llegó una de las jugadas tontas del año. Un balón en largo de la Peña acabó en las manos de Craviotto que inexplicablemente esperó el balón fuera del área y la blocó. Tarjeta Roja.
Con uno más, la Peña no supo abrir el campo. El peligro llegó por parte del Cornellà que no se adelantó por el buen trabajo de Pau Pomar y Navarro, excelentes al cruce.
Fue en los últimos diez minutos cuando los de Mori fueron a por el partido. Guille Andrés la mandó al larguero con un remate de cabeza. En el 93, Salinas disparó a la media vuelta. El balón tocó en un defensa y cambió la trayectoria. Era gol, pero apareció Ramón, el portero suplente, para meter una mano increíble. Una mano que le puede costar la categoría a la Peña.
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