Una acción de ataque que se marcha por muy poco. | MARCELO SASTRE

PEÑA DEPOTIVA: 1

LLAGOSTERA: 1

Quizás el empate no fue justo, pero el fútbol no entiende de esas cosas. La Peña Deportiva tuvo muchas más ocasiones que el Llagostera, pero los porteros también juegan y, ayer, el del conjunto catalán dio un recital. Al final, el marcador reflejó un resultado de 1-1. El punto sirve de poco a los de Santa Eulària, que ven cómo queda una jornada menos y siguen en descenso. Todavía hay vida, pero las opciones son cada vez más escasas.

Al igual que hace dos semanas, el partido arrancó de la peor manera posible. Un error defensivo se tradujo en gol de los visitantes en el minuto tres. El balón cayó a la banda izquierda para que Pablo Sánchez la pusiera tocadita al segundo palo. Imanol dudó. El más listo fue Eizmendi, que le comió la tostada a Marc de Val y Javi Gallardo para rematar de cabeza, en el área pequeña, y adelantar al Llagostera. Quedaba un mundo por delante, pero tocaba volver a ponerse a remar para levantar un partido.

Fueron los peores minutos de la Peña. Imprecisiones, balones largos sin sentido y muchos nervios. Los jugadores estaban atenazados. Poco a poco, los de la Villa del Río entraron en el partido. Guille Andrés tuvo dos ocasiones. Primero, no supo aprovechar un fallo de la defensa ante la salida del portero y, después, no llegó por centímetros en un saque de banda tras la peinada de Selfa.

Los locales desactivaron a los catalanes, que habían creado peligro, sobre todo, por la banda izquierda, donde Maynau volvió loco a Cendrós por momentos. Con el conjunto blanco ya asentado sobre el sintético del municipal llegó un misil de Pepe Bernal, en el minuto 33, que casi rompe el palo izquierdo de la portería. Fue un lanzamiento espectacular que mereció mejor suerte.

Poco después, a la salida de un córner, Pau Pomar tuvo la mejor de la primera parte. Remató de cabeza y, cuando todo el mundo cantaba gol, apareció Marcos para hace una parada extraordinaria, antológica y superlativa. Metió una mano de categoría superior.

Con el empuje local se llegó al descanso y el runrún empezó en las gradas. El público reclamaba a Dani Mori que rompiera el doble pivote defensivo con el que salió ayer, un cambio de sistema que buscó dar más consistencia en defensa al equipo.

El técnico no movió el banquillo y los segundos 45 minutos los empezaron los mismos que ya estaban sobre el terreno de juego. La Peña salió fuerte ante un rival que se parapetó atrás y se lo jugó todo a su defensa. El Llagostera cedió el balón por completo.

El primer aviso de la segunda parte llegó en las botas de Javi Gallardo. Poco después, Bernal pecó de individualismo y se jugó un disparo desde fuera del área cuando Gorriz le acompañaba en una situación inmejorable. Los minutos pasaban y no llegaban ocasiones claras.

Al cuarto de hora, Mori realizó el primer cambió. Arriesgó. Sacó a Erik por Cendrós para dar más profundidad a la banda derecha. En el 67, rompió el doble pivote al retirar a un Marc del Val que no estuvo fino en la creación. En su lugar entró Rosa.

Los cambios le sentaron bien a los locales, que empezaron a llegar con más claridad e insistencia. Sólo faltaba el remate, un remate que puso Salinas en el 83. En una maniobra sensacional, levantó el balón con una clase infinita para dejar atrás a los marcadores y golpearlo con violencia hacia donde el portero del Llagostera sólo podía mirar. El público, que ayer apretó con fuerza, enloqueció.

El fervor se silenció tres minutos después cuando, en la única ocasión de los catalanes en todo el segundo tiempo, un córner acabó entrando de manera directa. El árbitro señaló falta al portero para fortuna local y desesperación visitante.

Antes del pitido final, Rosa tuvo la victoria. Remató con el alma, pero Marcos puso una mano espectacular para hacer una parada impresionante que puede ser decisiva al final del campeonato.

El punto no sirve a la Peña, que está obligada a ganar tres de los cuatro encuentros restantes si quiere seguir en Segunda B la temporada que viene.