—¿Se ha recuperado ya del esfuerzo?
—Sí, físicamente estoy bien. Sigo con unos picores terribles. Me voy rascando con todo lo que pillo cerca.
—¿Tiene aún alguna marca en el cuerpo tras esta aventura?
—Una, no; muchas. Justo en el brazo parece que tengo una goma de sacar sangre. Es increíble, pero no pasa nada. Estoy muy contento y satisfecho.
—¿Se atrevería a repetir esta vuelta a Eivissa a nado?
—No la pienso repetir. No la haré nunca más. Tenía mucho miedo a la hora de meterme en el agua. Es algo que no se puede explicar. Es como un bloqueo psicológico debido a las medusas. No es que te encuentres una medusa despistada por ahí, sino que había que atravesar bancos de medusas de manera inevitable. En todos los picos estaban agazapadas, juntitas como hermanas. Fue muy duro, porque te bloqueabas mentalmente.
—¿Piensa hacer algo parecido?
—No, para nada. Ahora, a descansar y seguir luchando por recaudar fondos. El tema acuático ha terminado, pero la campaña 2015 para comprar tres dispositivos que permitan a los afectados por la ELA comunicarse con los ojos, no. Llevará un tiempo y animo a la gente a colaborar.
—¿Se plantea llevar a cabo algún otro reto en Eivissa en años venideros?
—Para nada. Eso sí, tengo una cosa clara. Me encanta Eivissa y quiero mostrar mi agradecimiento eterno a Juanjo Serra por su ayuda, que fue vital. Para lo que pueda necesitar, aquí estoy yo. Que conste que le estoy muy agradecido.
—Queda claro que sufrió mucho en este reto. ¿Cuál fue el peor momento?
—El segundo día. Nada más comenzar, tras minuto y medio, nos metimos en un banco de medusas, el más grande de todos sin lugar a dudas. Era un laberinto sin salida. No sé si se veían más porque había menos profundidad o qué, pero me picaron en la cara y el cuello hasta el punto de pensar que ya no podía más. Eso te mina mucho psicológicamente. También fue duro tener siempre las olas de cara. Esto al menos era soportable, pero el trabajo psicológico fue duro por el miedo a las medusas y el hecho de no cansarte.
—¿Cómo recuerda esa última brazada que le llevó a completar la aventura?
—La recuerdo una satisfacción increíble. Tengo que dar las gracias a Fran Otero, un afectado por la ELA que nos acompañó desde La Coruña. Estuve pensando en él y por eso soporté todo. Ellos superan cada día cosas mucho peores que una medusa. Lo primero que hice fue buscarle para abrazarle.
—¿Cómo ha ido la recaudación?
—Por lo que me han informado, estamos alrededor del 20 por ciento de lo que necesitamos. Todavía tenemos tiempo para terminar la campaña. Entre colaboraciones de unos y otros, que nos han dado material para subastar, tengo la esperanza de conseguir el objetivo de los 44.000 euros.
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