Aspecto general de la grada del Municipal de Santa Eulària durante la celebración del derbi entre la Peña y el San Rafael. | Arguiñe Escandón

Las bajas temperaturas que ayer se sintieron en Eivissa no afectaron a los seguidores más fieles de la Peña Deportiva, que lograron que el Municipal estuviera casi lleno en una de las mejores entradas de la temporada. Era necesario apoyar al equipo ante el San Rafael y el frío no era una excusa para quedarse en casa.
Ataviados con gorros de lana, guantes, bufanda o incluso mantas para cubrirse las piernas, los seguidores de la Peña no dejaron de confiar en una victoria local. Algunos, jugando a dirigir a su equipo desde la grada, daban instrucciones a los futbolistas peñistas en la primera parte: «Sacad los córners en corto, como el Barça».
El 'fair play' fue una constante no sólo en el terreno de juego, sino también en la grada, donde seguidores 'rafelers' y peñistas se dedicaron a disfrutar del encuentro y lo vivieron con absoluta calma. Alguien recordó que los enfrentamientos contra el Eivissa eran más «guarros», refiriéndose al grado de agresividad que se palpaba en el césped. Ayer no fue el caso.
A medida que iban avanzando los minutos y el marcador seguía a cero, el público se ponía nervioso y no paraba de gritar, en algunos casos, o aplaudir tímidamente, en otros, al escuchar los tambores de algunos aficionados que se hacían sonar al compás de: «¡Vamos, Peña!».
Justo antes de finalizar la primera parte y ante la reacción del técnico del San Rafael tras una decisión arbitral, un aficionado peñista le recriminó: «Ormaechea, protestas más que Mourinho».
Al retomarse el encuentro fue cuando los aficionados del San Rafael que se desplazaron hasta Santa Eulària hicieron notar de manera vehemente, en varias ocasiones, su desacuerdo con las decisiones del árbitro, poniéndose en pie y llevándose las manos a la cabeza. Situados tras el banquillo visitante, lamentaron las ocasiones que falló su equipo. Pero lo cierto es que el trío arbitral también recibió los abucheos y los insultos de los locales, que tacharon su actuación de «lamentable».
Los ánimos se iban enfriando, aún más si cabe, hacia el final del encuentro, cuando, tras los cambios que hicieron los dos conjuntos, los aficionados, paralizados y silenciosos por el frío, asumían resignados que ninguno de los dos equipos se llevaría el gato al agua.