Era una invasión silenciosa y pacífica, aunque muy numerosa. Sin malos humos ni excesos de velocidad, sólo ganas de pasárselo bien y de disfrutar practicando su deporte. Era el Día del Pedal y, por espacio de unas pocas horas, las bicicletas se hicieron dueñas de la calles de Eivissa para demostrar que es posible una ciudad sobre dos ruedas. Un total de 1.551 corredores -850 en la prueba grande, 405 en la mediana y 296 en la baby- tomaron parte en la nueva edición de un evento lúdico y deportivo que es, por número de practicantes, el más multitudinario de los que se practican en la isla. La cifra quizá se quede lejos de superar el récord de participación, que ronda los 2.200 ciclistas, pero según afirma Lluís Lliteras, técnico de deportes del Ayuntamiento de Eivissa, «lo importante no es batir ningún récord, sino que la gente participe y se lo pase bien».

De eso, de pasárselo bien, pueden dar fe los numerosos niños y niñas que tomaron parte en las actividades acompañados de sus padres y familiares. Este año, junto al circuito de educación vial o los dos recorridos programados, tanto el infantil con una distancia de 5 kilómetros como el baby, para los más pequeños, de 600 metros, podían aprender hábitos saludables de alimentación a través del programa Thao-Salut Infantil, una iniciativa para prevenir la obesidad entre los escolares de la isla.

Mientras tanto, la prueba grande, la más numerosa, empezó su recorrido por la ciudad a partir de las 11,00 horas. Pocas veces los ciclistas tienen la ocasión de pasear con total seguridad por unas calles sin tráfico y todos agradecían esa oportunidad. La marcha transcurrió sin incidentes y con un ritmo bastante rápido. «Hace unos años sólo había una única prueba y la verdad es que era un caos debido al altísimo número de participantes. Sin embargo, desde hace dos años, tuvimos la idea de dividirlo en tres pruebas distintas y creemos que ha sido todo un éxito, sobre todo en cuestiones de seguridad y organización», reconoce Lliteras.

Uno de los aspectos que más influyen en el éxito del Día del Pedal es la climatología, que esta vez volvió a acompañar a la prueba. «El día no ha sido malo y eso que muchos seguramente se habrán quedado en su casa pensando que iba a hacer mal tiempo. También puede ser que algunos se hayan decidido a última hora y no han pasado por la mesa de inscripción, porque la impresión que me da es que hay mucha gente, más de lo que dicen las listas», añade el técnico de deportes.

Tras el recorrido por la ciudad, todos los participantes desembocaron en el bulevar Abel Matutes, donde se entregaron bocadillos y bebidas y se sortearon diez bicicletas entre los inscritos. Poco a poco los participantes fueron abandonando la plaza Antoni Albert i Bieto. Era el final de la invasión de las bicicletas.