Àrea 11

Los valientes aficionados que asistieron al Nou Municipal, retando a la lluvia y al frío, pudieron sentirse afortunados por el festival de fútbol y de goles que pudieron presenciar. Y es que la Gramanet y un valiente Eivissa completaron un encuentro lleno de alternativas y en el que el espíritu ofensivo de ambos conjuntos superó a las habituales restricciones defensivas. Lamentablemente, de nuevo el conjunto entrenado por Alfredo Santaelena regresa a la isla con las manos vacías y con la sensación de haber podido conseguir arrancar algún punto de Can Peixauet.

La puesta en escena del Eivissa ya predecía que se lo iba a poner muy difícil una victoria al equipo local. El balón pertenecía a los visitantes, que parecieron sentirse cómodos en el césped artificial durante los primeros minutos del encuentro. Sin embargo, sobre el minuto 15, el equipo catalán se hizo con la manija del partido y suyas fueron las mejores ocasiones, la mayoría protagonizadas por su goleador Meca, que en dos ocasiones y mediante sendos cabezazos a punto estuvo de adelantar a los suyos.

Una norma no escrita pero infalible en el mundo del fútbol es que quien perdona al final lo acaba pagando. De esta forma, no era de extrañar que los visitantes se adelantaran. Y así fue por mediación de Juan Carlos, en el minuto 21, gracias a un mal rechace defensivo de la Gramenet que el jugador ibicenco logró fusilar dentro del área pequeña a un Barragán indefenso. Era la primera ocasión clara del conjunto ibicenco y ya mandaba en el marcador.

Este tanto envalentonó a los locales y antes de llegar a la media hora de juego lanzaron dos balones al palo: el primero de Expósito, y el segundo de Meca. Esas dos ocasiones hicieron reaccionar al público, que hasta entonces parecían congelados. Entre tanto acoso catalán, sólo Pisano puso el miedo en el cuerpo a la parroquia local con un testarazo a pase milimétrico de Raúl Rodríguez por banda izquierda.

Dos jugadas claves

Cuando ya se acercaba el descanso, dos situaciones dieron un vuelco al partido. Primero, en el minuto 42, la expulsión por doble amarilla de Raúl Rodríguez. La primera tarjeta por una entrada y la segunda por unas inocentes manos. Y cuando ya corría el tiempo de descuento y se pensaba en el descanso, llegó el empate de la Gramanet. Meca, su hombre gol, no perdonó un regalo defensivo de los hombres de Alfredo Santaelena y el empate cayó sobre los ibicencos como una jarra de agua no fría, sino helada.

El técnico del Eivissa realizó un buen trabajo psicológico en el vestuario porque, cuando se inició el segundo tiempo, no se notó que eran un jugador menos. Incluso, de nuevo, se adelantaron gracias a una genialidad del ayer bigoleador Juan Carlos. Era el minuto 51 cuando el futbolista ibicenco robó un balón en la medular del centro del campo y apenas cruzó la línea de éste, lanzó un fuerte disparo que superó a un adelantado Barragán. Poco duró la alegría del Eivissa, ya que cuatro minutos después, Xavi Muñoz disparó desde la frontal un magnífica disparo que se coló por la escuadra de José Antonio.

Expulsión de Juanma

De nuevo tablas en el electrónico y pronto también igualarían en jugadores, ya que Juanma Cruz realizó una entrada desmedida e innecesaria sobre Juan Carlos que el colegiado no dudó en sancionar con tarjeta roja directa. Pero cuando parecía que el partido se iba a igualar, Monty, una de las grandes novedades en la convocatoria del conjunto catalán, adelantó a los locales al rematar una gran jugada por banda izquierda de Alfaro. Este tanto dejó grogui al Eivissa, circunstancia que no desaprovechó la Gramanet para colocar el cuarto gol mediante Meca, que marcó su segundo gol y mató el partido definitivamente gracias a un preciso pase de Pugui, que se deshizo de Ibon Begoña en la banda izquierda.

En definitiva, un encuentro igualado y lleno de alternativas pero que finalmente reflejó la inestabilidad del Eivissa en esta campaña, pero que mostró a su vez algunos signos de esperanza como la buena actitud defensiva y el saber materializar las ocasiones de gol de que dispuso. La pena es que sigue sin saber lo que es ganar fuera de su campo y eso, en una categoría tan competitiva como es la Segunda División B, se paga muy caro.