Buti y Gallo se echan las manos a la cabeza tras una clara ocasión del central valenciano en el minuto 67 y en la que un acertado Barragán evitó sobre la línea de gol el tanto de la Peña. Foto: GERMÁN G. LAMA

Rubén J. Palomo SANTA EULÀRIA

Con cara de tontos. Así se quedaron los integrantes de la Peña Deportiva y los aficionados que acudieron al Municipal cuando finalizó el partido ante el Atlético Gramanet. Sensaciones como la resignación y la impotencia se reflejaban en los rostros de los futbolistas locales cuando abandonaban el campo después de perder por un gol de penalti ante una Grama rácana y sin fútbol. Sin embargo, el cuadro catalán, como la mayoría de equipos de la categoría, mostró una gran solidez defensiva y, aliada con la fortuna, se llevó el máximo botín de un encuentro con claro color ibicenco.

Elcacho alineó a su artillería pesada para ir a por la victoria, aunque las mejores ocasiones de gol las tuvo en la segunda mitad. Adrián Ramos, David Gallo y Tino, que volvió a ser titular (esta vez en detrimento de Nacho Jara), sumaban 12 goles entre los tres, pero ayer no pudieron demostrar su eficacia anotadora.

En la primera mitad el equipo de Manolo González maniató a los de Elcacho presionando arriba y dificultando la salida de balón de la Peña. La defensa local parecía nerviosa. En el minuto 5, Meca remató a la red un centro al área, pero el tanto fue anulado por fuera de juego. La réplica llegó en las botas de Buti, que en un despeje desde el centro del campo a punto estuvo de sorprender a Barragán.

La Peña tocaba atrás, pero no se creaban espacios para seguir progresando. Las bandas no aparecían y los centrales de la Gramanet, Rezzonico y Jorge, anularon por completo a los dos puntas de la Peña, que no olieron el balón en la primera mitad.

Tan solo los saques a balón parado de Ondina, que posee un guante en la bota derecha, inquietaban a un cuadro, el barcelonés, muy bien plantado sobre el césped pero inoperante en ataque.

En defensa, el bloque de Santa Eulària no mostraba fisuras, aunque Pugui por banda izquierda creó algún que otro problema a Manolo Aparicio. Tal y como marchaba el encuentro, el reparto de puntos parecía el resultado más lógico. Antes del descanso, Ondina recogió un rechace en el borde del área y su disparo lo atajó en una buena estirada Barragán. Era el primer lanzamiento entre los tres palos del partido.

Tras el paso por los vestuarios ambas escuadras adelantaron un paso en busca del gol. La primera en avisar fue la Gramanet en una doble ocasión, también a balón parado, que pudo solventar tras varios despejes la zaga ibicenca (min. 51). Poco después Tino inició una galopada por el centro; abrió el balón a la banda derecha donde apareció Manolo Aparicio para poner el centro al área. Sin pensárselo dos veces, Adrián Ramos armó una tijereta, pero el disparo salió alto. El público empezó a creer en la victoria, y los jugadores de la Peña se contagiaron de esas ganas. En el 64' llegó la primera acción polémica del choque. La Grama cometió una falta cerca del área pero la jugada continuó. El balón llegó a Tino, que marcó gol en fuera de juego, pero el árbitro, para sorpresa de todos, pitó la falta previa a favor del equipo local. Un auténtico desbarajuste. Eran los mejores minutos de un equipo, el de Luis Elcacho, que encerró atrás a su rival. En el 67', el portero visitante Barragán despejó un balón de Buti en boca de gol tras varios envíos a la olla de una Peña que parecía cerca del gol.

Pero el fútbol, como ya se sabe, no es una ciencia exacta. Ni si quiera una ciencia justa. Y tampoco el día del debut esta temporada de Salazar (84'). Cuando perdonas y no matas a tu rival, puede ocurrir que te acabe pasando factura.

En una contra sin aparente peligro y por el centro llegó la jugada más decisiva del partido, y fue en favor del que menos había merecido llevarse los tres puntos. Expósito recogió el cuero dentro del área, aprovechando el despiste de la defensa deportivista y dribló a Moro, que le hizo penalti. El capitán Monty se encargó de marcar el tanto de la victoria. Un auténtico jarro de agua fría para un equipo que quería aferrarse a su fortín, pero que ya acumula tres derrotas como local.