Los jugadores de la Peña se abrazan tras finalizar el partido.

Àrea 11DON BENITO

La Peña Deportiva de Santa Eulària cumplió su sueño de conseguir el ascenso a Segunda División B tras empatar a cero en el Municipal de Don Benito, en un encuentro que estuvo condicionado por el resultado cosechado por los isleños en la ida. Los excesivos nervios del conjunto extremeño relajaron el juego del cuadro balear, que aguantó con la portería a cero hasta el final del encuentro para así hacer válido el 1-0 de la semana anterior. El cuadro de Santa Eulària logró algo que pocos imaginaban en el inicio de estas eliminatorias de ascenso: subir a la categoría de bronce.

Los primeros compases del encuentro fueron de la Peña Deportiva, aunque sin acercarse demasiado al área de Flavio, pero manteniendo la posesión de la pelota ante un Don Benito demasiado nervioso y espeso en los instantes iniciales del choque. El dominio balear llevó a que la primera ocasión del encuentro, en el minuto cuatro, naciera de las botas de Pino, que dispuso de una ocasión al aprovechar un rechace de la defensa dentro del área, pero el cancerbero Flavio se anticipó a su acción.

Tras este aviso, el encuentro se niveló un poco, pero se iba quemando el cronómetro con poco juego, poca posesión del balón y con un reparto de golpes en el centro del campo que reflejaba la intensidad, los nervios y la intranquilidad por parte de ambos conjuntos al afrontar este crucial encuentro. Poco a poco, pasado el primer cuarto de hora, el Don Benito se fue sacudiendo el dominio y comenzó a tener más la pelota y abrir el juego por las bandas por mediación de Iván Fernández y Julio Cobos. Tanto mejoró que, en el minuto 24, dio el primer aviso en un centro de Iván Fernández desde la izquierda, pelota que peinó Serrano y Julio Cobos empaló, pero desviando el esférico fuera del marco defendido por el cancerbero Moro. Fueron los mejores momentos del conjunto extremeño, que despertó así de la siesta con la que había comenzado el encuentro.

A renglón seguido, lo intentó a balón parado en una falta que botó Dani, cabeceando Checho fuera libre de marca. El juego se volvió más trabado y menos vistoso hasta que el colegiado señaló el túnel de vestuarios.

Mucha tensión

Tras el descanso, el juego continuó espeso por parte de ambos equipos. Para el Don Benito, el choque era un quiero y no puedo, marcado por todas las decisiones arbitrales, muy protestadas por la parroquia local, que creía injusto el arbitraje que se acometió en el Muncipal de Don Benito.Y es que la segunda parte tuvo más tensión que fútbol, ya que ambos equipos estaban demasiado nerviosos y temerosos de cometer un pequeño error que cambiara el encuentro.

Pero el cuadro local comenzó a tener algo más de criterio futbolístico con la entrada de Otero, un jugador que tuvo varias ocasiones en sus pies y que pudo haber cambiado el rumbo del partido. Sin embargo, la roja directa a Cobos en el minuto 58, muy protestada por el cuadro local, dejó tocado al Don Benito.

Otero ejecutó un disparo dede fuera del área en el minuto 60, pero se marcho fuera, y tan solo tres minutos después él mismo lanzó una falta, tocó en el larguero y entró, pero el colegiado anuló el tanto por presunta falta dentro del área al guardameta Carlos Moro.

Julio Cobos se quedó sólo ante el portero en el minuto 72 en una nueva ocasión para los extremeños, pero no le dio tiempo a armar el disparo. Un nuevo gol anulado para los locales provocó el serio enfado de la grada del Don Benito, lo que encendió la mecha de la ira y lo que llevó a que al final del encuentro hubieran serios incidentes. El colegiado tuvo que marcharse escoltado por las fuerzas de seguridad, e incluso el autocar del Santa Eulària fue atacado por los aficionados locales.

Al final, y tras continuas interrupciones por parte del cuadro visitante, mientras que el Don Benito lo intentaba pero con un flaqueo de fuerzas importantes, el cuadro balear consumaba el ascenso a la categoría de bronce. La celebración del equipo de Dani Mori se vio interrumpida por la invasión de campo de cientos de espectadores. Tanto el árbitro como los visitantes tuvieron que esperar un par de horas dentro del campo para salir finalmente escoltados por las fuerzas policiales.