Bernabé Rodríguez lleva camino de convertirse en el auténtico superman del atletismo pitiuso. El atleta ibicenco, a pesar de que su marca no está homologada y, por lo tanto no es oficial, concluyó ayer con éxito su reto de batir el récord mundial de marcha nórdica en 24 horas que, hasta ahora, poseía el alemán Helmut Wimmer con 164 kilómetros y 376 metros. Lo batió por muy poco. Rodríguez alcanzó la marca del alemán después de 23 horas, 43 minutos y 58 segundos y aumentó el récord hasta los 166 kilómetros. Es decir, dio 366 vueltas y media a la pista de atletismo de Can Misses.

«Estoy muy satisfecho, pero me ha costado mucho. Si no fuera por mi mujer no podría haber acabado esta prueba», fueron las primeras palabras del exhausto atleta una vez terminado el reto. Habían transcurrido 24 horas de dura marcha, en la que Rodríguez no se había detenido ni siquiera para hacer sus necesidades. «En esas 24 horas no ha comido nada sólido. Apenas un plátano y frutos secos. Eso sí, ha ingerido mucho líquido, bebidas isotónicas y café. Tampoco se ha parado en ningún momento y sus necesidades ha tenido que hacérselas encima», declara Thierry, uno de los jueces encargados de controlar los tiempos del nuevo hombre récord.

Durante el transcurso de la prueba hubo tiempo para todo, incluso para pensar en arrojar la toalla. «He tenido muchas crisis, pero la peor de todas fue de 2 a 4 de la madrugada y otra a las 6 de la mañana. Toda la noche he tenido fuertes dolores y por momentos pensaba que el récord se me escapaba. A medianoche tenía una ventaja con respecto a Wimmer de 54 minutos y a las 7 de la mañana era sólo de 27 minutos, pero es que el cuerpo no me respondía y lo estaba pasando muy mal», añade Rodríguez que poco minutos después de acabar el reto tuvo que ser trasladado al Hospital de Can Misses al sufrir un mareo por el sobreesfuerzo.

Un total de 13 jueces y casi medio centenar de espectadores arroparon al atleta en los últimos metros de su reto, pero la gran artífice de su éxito fue su mujer, Pilar Gálvez, como el propio Rodríguez reconoció varias veces. «A las 7 de la mañana decía que lo dejaba, que no podía más. Sin embargo, yo le animaba para que siguiera, que tenía que acabar como fuera porque llevaba más de la mitad del reto y no podía dejarlo después de tantos meses de esfuerzo y preparación. Por suerte, mi marido es tan cabezón como yo y aguantó el dolor como pudo para terminar la prueba», asegura Pilar, que agradeció el apoyo de toda la gente que había apoyado a su marido a lo largo de este reto, el segundo que supera en los últimos meses tras recorrer en el pasado mes de noviembre la isla de Eivissa. «Ahora le voy a dar un tiempo de vacaciones», bromea su mujer. Rodríguez, no obstante, ya está pensando en nuevos retos, cada vez más difíciles, que superar.