Efe |MADRID
El delantero brasileño Robinho, en apenas 27 minutos, le cambió la cara al Real Madrid, mostró todo su repertorio futbolístico y devolvió la alegría a una afición que ha tenido más sombras que luces en los dos últimos años. Nueve regates, catorce pases, un tiro y varias bicicletas fueron su carta de presentación en la Liga española en Cádiz, curiosamente en el mismo escenario en el que debutó Emilio Butragueño, ahora vicepresidente del club, hace 21 años. Su presencia en el campo revolucionó el partido. No por su juego vertical, por sus recortes o por velocidad, sino porque devolvió la chispa a unos compañeros que andaban sumidos en el gris. Convirtió a un equipo cansado en otro vigoroso. A un equipo lento en otro con la quinta velocidad metida. En definitiva, a un equipo que era una continuación del cansino del año pasado a otro con la victoria en la cabeza. Fue sin duda, la mejor noticia de la jornada para el fútbol español, independientemente de los colores. Ahora le toca mantener la ilusión que ha generado en la afición madridista, que llenará en la siguiente jornada el Bernabéu para verle hacer magia.

Mientras tanto, Robinho se encuentra «encantado» con su nueva vida en Madrid, a la espera de encontrar una casa en los próximos días. Tras el encuentro contra el Cádiz, el jugador se desplazó a Río de Janeiro junto a Ronaldo, Roberto Carlos y Baptista para unirse a la concentración de la selección brasileña. Ahora vive en un hotel de la capital a la espera de encontrar casa.