Aunque lleva «festejando» Eivissa desde hace 14 años, Nora
Albert (Helena Alvarado en el DNI) reside en la isla desde hace
cuatro años. Catedrática de Lengua y Literatura Catalana en el
Institut Verdaguer de Barcelona, «llegué aquí con pareja y me puse
a trabajar»: como profesora en la Escola d'Adults. «El cambio fue
un choque, pero ya me voy integrando en la vida cultural de la
isla», apuntó la escritora (con varios premios en su haber) y
crítica literaria.«Culturalmente, aquí hay que ser más bien
transversal. Es una sociedad multicultural, no intercultural; lo
que hace replantearse qué es la cultura ibicenca. Un debate
interesante».
El hecho de usar seudónimo para firmar su obra poética, lo asume
«como un juego». Nora Albert «tiene algo de andrógino. Lo empecé
usando para el e-mail y luego decidí quedármelo para la poesía, y
el del DNI para la crítica literaria». Un juego que tiene también
que ver con un trabajó ensayístico que realizó «sobre el por qué de
los seudónimos femeninos, que se inicia en el siglo XIX. Para ellas
significaba escribir sin etiquetas ni ambages; como Georges Sand,
George Elliot, Fernán Caballero o Víctor Català (Caterina Albert),
autor del que soy experta y del que este año se celebra el
centenario de su obra 'Solitud'. Pero hay centenares».
En cuanto al hecho de que su poesía tenga un carácter lésbico,
lo asume con toda naturalidad. «Si. De hecho, me doy cuenta de que
en el momento de escribir no puedes separar lo que eres de lo que
sientes con las palabras. Sobre todo en poesía, que para mí es la
elocuencia de la profundidad y de la concentración, de la relación
íntima de uno con el mundo y del mundo contigo». «Creo que es
bastante absurdo esconderse. Voy de persona abierta, porque
considero que en el siglo XXI -aunque por lo que se está viendo no
lo parezca-, no habría ya por qué reivindicar unos derechos
ciudadanos tan básicos», explicó.
Entre los proyectos que Nora Albert tiene en cartera figura el
un libro de poemas («Fràgil. Naufràgis»), algunas de cuyas partes
han sido premiadas recientemente; y -a más largo plazo- «dos
novelas que se están fraguando; aunque creo que soy básicamente
poeta. A la novela tienes que dedicarle disciplina y un tiempo muy
diferente que a la poesía, que es un pensamiento muy portátil»,
subrayó la escritora.
Una apuesta por la narrativa, «que considero necesaria para
contribuir a la visibilidad gay y lésbica. Está bien ampliar un
poco los horizontes con otros tipos de historias alternativas a las
dominantes, porque hay gente que necesita encontrarse en otra clase
de textos», concluyó.
Nora Albert obtuvo hace dos años el III Premi Lambda de Poesía
con su libro «Mots i brases», un trabajo bastante deudor con la
isla. «La poesía, aunque siempre había escrito algo, tiene que ver
más con Eivissa. El tiempo libre, el hecho de vivir en el campo,
que me recuerda a mi Lleida natal; allí había muchos olivos y
almendros, pero no mar. Así que es como volver a los orígenes, y
encima enamorada», explicó la escritora.
Sobre este premiado poemario, el crítico Eduard Ramírez escribió
hace un año en El Temps: «L'autora ens dibuixa el rastre d'una
passió ,per moments arrauxada, però en tot moment transmès amb un
to de contemplació delicada de l'amant i del goig de la companyia.
Amb un llenguatge àgil i l'ús de formes breus, ens relata
l'experiència del desig. Un festeig embolcallat per la calidesa
d'un paisatge i un ambient encisadorament mediterranis».
Su gusto por la poesía también lo ha desarrollado como crítica
en trabajos como «Elogi i revolta de l'aigua: alguns indicis sobre
la poesía de Maria Mercè Marçal», firmado como Helena Alvarado i
Esteve.
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