El rey de las clásicas venció a los pies de la Acrópolis.
Bettini, de 30 años, que en su amplio palmarés cuenta triunfos en
la Milán-San Remo (2003), en la Lieja-Bastoña-Lieja (2000 y 2002),
en la Clásica de San Sebastián (2003) y en las de Hamburgo (2003) y
Zürich (2001) y que en mundiales fue segundo en el de Lisboa (2001,
que ganó Oscar Freire) tiñó de oro su palmarés con una nueva
demostración de fuerza.
El italiano cubrió el recorrido total, de 224 kilómetros, en un
tiempo de cinco horas, 41 minutos y 44 segundos, uno menos que el
portugués Sergio Paulinho, que fue segundo en una jornada en la que
el belga Axel Merckx, el hijo del mítico Eddy -«El Caníbal»- se
colgó al pecho la medalla de bronce.
Los españoles tuvieron la suerte en contra desde poco después de
darse el pistoletazo de salida, apenas en el tercer kilómetro, en
el que el vitoriano Igor Astarloa, actual campeón del mundo; y el
cántabro Iván Gutiérrez se vieron envueltos en una caída que marcó
desde un principio la suerte hispana y en la que también se vieron
envueltos el holandés Michael Boogerd, el colombiano Marlon Pérez,
el ruso Vladimir Karpets y el ucraniano Serhiy Honchar.
Astarloa se tuvo que retirar en la primera vuelta, al sufrir
fuertes contusiones en el codo y clavícula derechos, de las que fue
atendido en un hospital de la capital griega, donde se descartó, no
obstante, que sufriera rotura alguna. El colombiano Pérez y Boogerd
abandonaron a las primeras de cambio; Karpets lo hizo en la cuarta
vuelta y Gutiérrez pudo completar hasta la decimotercera.
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