Michael Phelps, en la imagen de la derecha, logró ayer su primer título olímpico; el australiano Ian Thorpe también impuso sus credenciales en la primera jornada de natación.

La primera jornada de la natación en Atenas dejó una cosa clara: Ian Thorpe corre, pero Michael Phelps vuela. ETiburón de Baltimore impuso sus credenciales en una de sus pruebas predilectas, los 400 estilos, y logró su primer título olímpico. El nadador estadounidense apenas encontró oposición e hizo trizas el récord del mundo que él mismo había establecido semanas atrás. Phelps superó a su compatriota Erik Vendt, plata con 4:11.81, y al húngaro Laszlo Cseh, bronce, con un tiempo de 4:12.15. La anterior marca estaba en poder de Phelps desde el pasado mes de julio con una marca de 4:08.41.
En el bando australiano, Ian Thorpe revalidó su título olímpico de Sydney en otro gran duelo oceánico. Thorpe lideró la carrera desde su inicio, pero Grant Hackett, su gran rival en esta prueba, estuvo a putno de superarle en el último largo. El campeón olímpico y mundial de la distancia hizo 3:43.10 por 3:43.36 de Hackett, y 3:44.11 del estadounidense Klete Keller, medalla de bronce.

La hora de Rudy. El baloncesto masculino llama a la puerta. China será el primer gran obstáculo de la selección de Mario Pesquera, que ha disparado las expectativas. Con Pau Gasol como principal referencia, España buscará un estreno ganador para afrontar las próximas citas con una menor presión. Rudy Fernández debe disfrutar de sus primeros minutos en un torneo olímpico. De hecho, si Pesquera mantiene es fiel al manual que ha exhibido durante los torneos de preparación, las rotaciones serán una de las señas de identidad de la selección en Atenas. Rudy ha demostrado que maneja argumentos para disfrutar de minutos de calidad, aunque no deja de ser un novato y eso suele pasar factura.

Marta gana. Su hermana Marta empezó ganando. Tuvo que sufrir el equipo español femenino para deshacerse de la República Checa (80-78), que necesitó de una prórroga para apropiarse de la victoria. España dominó el partido durante muchas fases, pero nunca logró ventajas determinantes y sus errores en el último cuarto resucitaron a las checas y fue necesario un triple imposible a falta de sólo 4 segundos para el final para forzar el tiempo extra. La mallorquina Marta Fernández rayó a un gran nivel, aunque su juego fue de más a menos y Vicente Rodríguez la mandó al banquillo en la recta final.