Es, según reflejan los medios de comunicación lusos, uno más de
los caprichos de los que ha hecho gala el magnate del petróleo
desde hace dos semanas, cuando se inició la Eurocopa de fútbol, en
la que apoya a la selección de su país, incluso enfundado en una
camiseta blanca del equipo nacional ruso.
El diario «Correio da Manha» reveló en su edición de ayer que el
ruso, que compró para el Chelsea a golpe de talonario a José
Mourinho, técnico que dio al Oporto la Liga de Campeones, y al
jugador luso-brasileño Deco, una de las estrellas de ese equipo y
de la selección de Portugal, reserva y paga cinco restaurantes cada
vez y luego sólo acude a uno.
Eso sucedió estos días con el Tavares Rico, uno de los templos
de la gastronomía lisboeta, o el Gambrinus, especializado en
marisco, donde el magnate pagó una fuerte suma, y otros mil euros
para decorar el comedor con flores, de las que le gusta rodearse en
sus ágapes, rodeados de lujo y ostentación.
Pero finalmente, no apareció y en lugar de eso se marchó a
treinta kilómetros de la capital para ir a almorzar al lado del
mar, en el Hotel Fortaleza do Guincho, un antiguo fortín reputado
como una de las mejores mesas del país.
En los restaurantes, según las revelaciones, como no le gusta
que le molesten, pide que sólo le sirva el jefe de sala y que el
resto del personal se mantenga alejado, y también tiene fama de
tener muy buen diente.
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