Sobre este aspecto, Avellaneda manifestó que «es una tontería,
porque la prueba más decisiva es la más importante, como fue el
Mundial de 2003 para que Bragado y Odriozola fueran fijos». En su
defensa, el atleta del CA Pitiús apuntó que «es evidente que he
cumplido con lo que han pedido, quedando noveno en una Copa que
tenía el mismo valor que un campeonato del mundo de verano; prueba
de ello es que muchos atletas de Rusia (una potencia mundial en
marcha) se jugaban en Naumburg (Alemania) la clasificación
olímpica».
La circular sobre los requisitos para la clasificación olímpica
contiene que serán pruebas a tener en cuenta el campeonato de
España, la Copa del Mundo y las actuaciones en los campeonatos
internacionales de mayor importancia. No hay mención a mejores
marcas.
«Yo cumplo dos de los tres requisitos», afirmó Avellaneda, quien
señaló que a él no le dieron a elegir entre la Copa del Mundo y el
nacional, sino que «la Copa era para Marín la prueba que
establecería la selección de marcha; lo de las marcas es una
variable que se tiene más en cuenta en maratón, pero que no vale
para marcha», dijo el ibicenco. Marín confirmó a esta redacción
ayer que para él la Copa del Mundo era clave. A este respecto,
desde la Federación se insinuó que el seleccionador debía haber
planteado al Comité Técnico -que preside el propio Odriozola- lo
que se entiende por una 'modificación' del reglamento ya que «no
consta en ningún sitio» que la Copa del Mundo constituiría la
prueba clave para formar el equipo olímpico de marcha, afirmó
Cebrián.
Se da la circunstancia añadida que José Antonio González (AA
Catalunya) no fue ni tan siquiera incluido en la relación de
atletas preseleccionados olímpicos. La entidad federativa niega que
exista un anuncio oficial de preseleccionados para Atenas. Con el
reglamento en la mano, pierden peso las razones aducidas por
Cebrián en nombre del presidente de la Federación, ya que
Avellaneda tiene dos de los requisitos que se estipulan, mientras
que González sólo tiene uno.
Desde hace algunos días no hago sino darle vueltas al caso Mario
Avellaneda. Un atleta que consigue su objetivo, cumpliendo con las
normas y las exigencias de la Federación Española de Atletismo
(RFEA), y que por una decisión del presidente de la misma se queda
fuera de la lista olímpica. La primera reflexión que se me ocurre
es la siguiente: ¿Qué habría pasado si Àngel María Villar,
presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF), se hubiese
dirigido a José A. Camacho, cuando éste era seleccionador, y le
hubiese dicho que no llevase a tal o cual jugador para llevar a
éste o aquél a la Eurocopa? Todos sabemos lo que habría contestado
el todavía entrenador del Benfica. Es más, al presidente de la RFEF
o a la de baloncesto... ni siquiera se les pasaría por la
imaginación hacer algo semejante. Sr. Odriozola yo comprendo que
usted debe realizar funciones de político. Es política deportiva
cuando elige a sus directivos, cuando designa a los distintos
seleccionadores, cuando elige responsables de los programas y
sectores que componen su Federación. Incluso es política cuando
decide junto con los órganos pertinentes los criterios en los que
se van a basar las decisiones diarias que la competición y el
normal funcionamiento de la casa requieren. Sin embargo, debo
decirle que cuando se da el pistoletazo de salida ya no hay
política que valga, a partir de ese momento lo único que vale es el
deporte, lo que cada atleta se juega y consigue en la pista. Vd. es
el máximo responsable del comité que se encarga de rubricar quiénes
son los atletas que conforman las listas, en base a lo que
presentan sus seleccionadores. Si éstos han sido justos y fieles a
las normas anteriormente fijadas, no hay decisión política que deba
cambiar lo deportivo.
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