Dijo Marcos durante la semana que el término galáctico servía sólo para acuñar un buen titular de prensa. Pensaba el de Ciutat que el Mallorca era capaz de hacer algo grande en Chamartín y horas después sus didácticos argumentos han tenido una repercusión inimaginable. El Madrid es también galáctico en las derrotas, por eso cuando pierde lo hace a lo grande. Los de Manzano fueron capaces de levantarse tras el gol de Ronaldo y firmar uno de los triunfos más históricos que recuerda la Liga española, basado en el talento de Ibagaza y en la pegada de Etoo. Los isleños le marcaron cinco goles al líder en apenas 45 minutos y dieron un espectáculo inolvidable (1-5). Apenas tuvo tiempo el Mallorca para hacer planes. Es difícil exponer algo cuando al primer minuto Ronaldo ya le ha mirado la cara a Leo Franco, o cuando segundos más tarde Guti ya se atreve con un zurdazo desde la frontal. El equipo de Manzano apareció por el partido con la sensación de que sólo un mal día del Madrid le iba a dar alguna concesión, y no pintaba precisamente de ese color. En parte porque Zidane manejaba la cita a su antojo; en parte porque cada desmarque de Ronaldo alimentaba el miedo. Confiado pues el balón al francés, el líder tardó sólo nueve minutos en actuar; McManaman vio un hueco entre un bosque de piernas y sirvió para que Ronaldo atizara a los isleños.

Sin tiempo para determinar el alcance del golpe, el Mallorca se encontró otra vez con el brasileño, que fue sorteando zagueros en una brillante carrera que sólo frenó Fernando Niño en la línea de meta. Por aquel entonces el encuentro era un monólogo del Madrid, que movía el cuero de izquierda a derecha en busca de un espacio para el remate de Ronaldo. Los baleares se dieron cuenta de que, si salían indemnes de esos minutos, todavía iban a tener su oportunidad.

Fue entonces cuando el Mallorca se arrimó a Ibagaza, que se apoderó del cuero y empezó a repartir juego por las orillas. Con el conjunto blanco sesteando, todo fue más sencillo. El argentino pasó a marcar el ritmo del partido, pero no encontraba respuesta ni en la banda de Riera ni en el flanco de Novo. Así, decidió asociarse con Etoo y el equipo balear empezó a moverse por el área madrileña. Con todo, las opciones de empatar no llegaban y la sensación de mejora moría cuando el balón se aproximaba a Casillas. Pero el Mallorca tuvo la oportunidad de equilibrar.