La novata afición japonesa comenzó a gritar nada más anunciarse
las alineaciones de ambos equipos por la megafonía, aunque ésta
logró acallar a los espectadores con atronadores sones de la
Heroica de Beethoven, que acompañó la salida al campo de los
jugadores en lo que parecía indicar el inicio de una batalla.
Avidos por aprender las mañas del fútbol sudamericano y europeo,
los seguidores japoneses obsequiaron con ruidosas exclamaciones las
jugadas que hacían ambos bandos, pero con especial acento hacia las
protagonizadas por los madridistas.
En la cancha, y aunque los uniformes reglamentarios de los
españoles y los paraguayos coinciden en ser blancos, sólo el Real
Madrid lo lució y sus adversarios tuvieron que vestirse con el de
reserva, de camiseta negra con una franja blanca y pantalón negro,
al haberlo decidido el lunes la mano de la fortuna en el sorteo.
Pero en las gradas abundaron las camisetas blancas con los dorsales
7, 5 y 11 y las bufandas madridistas blancas y lilas, lucidas en su
mayoría por japoneses.
Vinieron, aunque en contado número, algunos aficionados de las
peñas madridistas del área asiática como Corea y Australia y las
japonesas repartidas en otras ciudades del archipiélago. «Es el
mejor equipo del mundo y es el que más vemos por la televisión. Y
no hablemos de sus figurones», dijo en el descanso un joven de 22
años que se declaró admirador del Luis Figo. Otro japonés metió
enseguida baza en la conversación y aseguró que en su opinión había
que sacar al autor del primer tanto, Ronaldo, y sustituirlo por
Fernando Morientes para que el equipo español volviera a
marcar.
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