Al menos dos personas murieron, un civil y un policía, y más de
cien resultaron heridas en la ola de violencia que sacudió ayer el
centro de Moscú al término del partido de fútbol que Rusia perdió
ante Japón 0-1, informó ayer el Ministerio ruso del Interior. Desde
primeras hora de la mañana albañiles reponían los cristales de los
escaparates de decenas de comercios en la calle Tverskaya,
destrozadas por la turba de gamberros ebrios que durante varias
horas sembró el terror en el corazón de la capital rusa.
Anoche, grúas de la policía retiraron varias decenas de
automóviles quemados y destrozados por los protagonistas de los
disturbios ante la total impotencia de las fuerzas policiales.
Fuentes de la Fiscalía General de Rusia informaron ayer de que
más de cien fanáticos implicados en los actos vandálicos fueron
detenidos por la policía. «No habrá excesos, pero los organizadores
de los desórdenes serán castigados con todo el peso de la ley»,
declaró el fiscal general, Vladímir Ustínov.
Desde octubre de 1993, cuando una crisis de poder desembocó en
enfrentamientos armados, Moscú no había sido escenario de tanta
violencia. «Estoy convencido de que las autoridades locales y
federales investigarán las causas y castigarán a los participantes
en los desórdenes», declaró ayer el primer ministro ruso, Mijaíl
Kasiánov.
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