Ivanisevic, finalista en 1992, 1994 y 1998 se había convertido en
el primer hombre que, tras participar con una invitación oficial de
la organización («wildcard»), llegaba a una final de Wimbledon y de
un Grand Slam. Con su triunfo el croata, de 29 años, suma 200
puntos para la Carrera de Campeones, que lidera el estadounidense
Andre Agassi, y se sitúa en la décima posición. Dos cañoneros
dirimieron el título en la pista central del All England Tennis
Club. El australiano partía ligeramente como favorito, pero
Ivanisevic abrió el partido ganando su servicio con comodidad y, en
el segundo, dispuso de tres bolas para romper el saque a su rival y
colocarse con 2-0.
La contundencia y la velocidad del saque del croata, que en los
seis partidos que había disputado este año en la hierba londinense
había logrado 186 puntos directos con su primer servicio, fue
fundamental en el desarrollo del primer set. Tras el 3-0 cada
jugador mantuvo la iniciativa con su saque. Rafter no pudo
recuperar el terreno perdido y, con 5-3 y 40-15 favorable al
croata, la segunda pelota de set fue suficiente para sentenciar la
primera manga por 6-3 en 29 minutos.
El australiano, que repetía final tras caer el año anterior ante
el estadounidense Pete Sampras, es un consumado especialista en
superficies de hierba en donde acumula cuatro títulos, la segunda
mejor marca de jugadores en activo tras los 10 torneos (siete de
ellos de Wimbledon) que presenta Sampras. En el segundo set, Rafter
recuperó la confianza, empezó adjudicándose su servicio con
suficiencia y dejó que Ivanisevic fuera víctima de su propia
fogosidad. Una doble falta del zurdo croata permitió la opción a su
rival para romperle el servicio, por primera vez en el partido, y
el australiano no dejó escapar la posibilidad con una volea cruzada
que sorprendió a Ivanisevic a contrapié. La suerte se repitió en
esta segunda manga y, el 3-0 con el que se situó Rafter, fue
suficiente. Cada jugador mantuvo su servicio y el australiano
igualó la final con idéntico marcador (3-6) tras 31 minutos de jugo
de alto nivel.
Ivanisevic disputaba el torneo londinense por decimocuarta vez
consecutiva con la esperanza de inscribir el nombre de su país con
letras de oro, «harto» ya de recibir «los platos» que se entregan
al finalista derrotado en Wimbledon. Ya tenía la vajilla
completa.La quinta y definitiva manga mantuvo el suspense hasta el
desempate. Cada jugador mantuvo su servicio y la igualdad llegó
hasta el 6-6, primero y el 7-7 después, aunque el hambre de
victorias del croata hizo el resto. Tuvo que esperar a la cuarta
bola para culminar su sueño. El australiano estrelló le pelota en
la red y el croata dio gracias al cielo, se tiró sobre la hierba y
corrió a abrazar a su padre que le esperaba en la grada.
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