El de ayer es el tercer título mundial de Michael Schumacher,
tras los conseguidos en 1994 y 1995, y el octavo piloto que lo
consigue al volante de un Ferrari, al tiempo que han conseguido
terminar con el maleficio del GP de Japón, en el que siempre que se
han jugado el título lo han perdido y siempre frente a pilotos de
McLaren.
Las condiciones difíciles de la pista, con una fina lluvia que
comenzó a caer en la vuelta 29 de las 53 de que constaba la
carrera, pero que no fue lo suficiente como para que los pilotos
montaran las ruedas de mojado, han sido decisivas para que lograra
su octava victoria en el presente campeonato.
El momento cumbre de la carrera, que se inició con el dominio
del finlandés Mika Hakkinen (McLaren MP4/15 Mercedes) y la
incertidumbre de si este podría terminar la carrera, ya que un humo
sospechoso salía de la parte trasera de su coche, fue la segunda
parada para repostar y cambiar neumáticos.
El primero en hacerla fue Hakkinen, en la vuelta treinta y
siete, mientras Schumacher iba a aguantar en pista tres vueltas más
en las que iba a ocurrir de todo.
Primero el alemán se tocaba ligeramente con el brasileño Ricardo
Zonta (BAR 02 Honda) en la entrada de la variante, a pesar de que
le había dejado paso suficiente para el adelantamiento, luego,
cuando llegó el momento de parar en la vuelta cuarenta, se encontró
atravesado en la entrada de boxes al austriaco Alexander Wurz, que
había dado un trompo.
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