El fin de la década de los 90, del siglo y del milenio parece trasladarse también hasta el panorama del golf profesional, en el que la irrupción de un español llamado Sergio García y su participación en el Abierto USPGA hacían presagiar que la savia nueva contagiaría el campo de Medinah y que, por tanto, serían una nueva generación la que dominaría esta competición.

El triunfo final de otro joven, Tiger Woods, quien a sus 23 años retorna al número uno mundial tras lograr su segundo Grand Slam -después de aquel Masters del 97-, además de su lucha en la última ronda con la nueva esperanza española han venido a ratificar estos pronósticos.

El californiano pasó en tan sólo tres días de ser poco menos que «enemigo público número uno», debido a las críticas feroces que recibió en la primera ronda, donde acabó fuera de los diez primeros clasificados, al ídolo de las masas, vitoreado y aclamado por todo el público que se dio cita en el campo de Medinah.

Mientras tanto, un español de 19 años, de la localidad de Castellón, que logró su primer triunfo profesional en el Abierto de Irlanda y que maravilló a propios y extraños en la pasada edición del Masters, soportaba la presión desde el primer día. «El Niño», como es más conocido en Estados Unidos, lideraba la clasificación el primer día y aguantaba la losa de salir como favorito a partir de ese momento.