ESPECIAL PARA UH
El italiano Mario Cipollini, del equipo Saeco, fue el vencedor de la décima etapa, segunda en su cuenta particular en la presente edición del Giro 99 y 27 en sus diferentes participaciones en esta prueba al imponerse con facilidad en la llegada masiva de una jornada que resultó bastante tranquila tras lo sucedido en la contrarreloj individual del día anterior y el primer contacto con la montaña.

Los 189 kilómetros del recorrido que unía la localidad costera adriática de Ancona y la de Sansepolcro, en el interior, fueron recorridos por Mario Cipollini en cuatro horas, 28 minutos y 24 segundos, lo que significa una velocidad media de 42'2 kilómetros por hora. Tras él entró un pelotón comandado por su compatriota Quaranta, primer líder de la carrera al ganar la primera etapa, dando tiempo al grupo del actual líder el francés Laurent Jalabert, por lo que la general no sufre cambios en sus primeros puestos.

Fue una jornada de trámite que se prestaba a las aventuras y los aventureros fueron los rusos Ekimov y Gontchenkov y el austriaco Glomser, que se fueron en el kilómetro 46 para ser neutralizado hacía el 166 tras haber tenido 5:40 minutos de ventaja.

En el corte de «cinta», en el banderazo de salida, Pantani y Tafi intercambiaban insultos y esto hizo que el comienzo de etapa fuera más tranquilo de lo esperado, pues se esperaba que los grandes derrotados de la contrarreloj del día anterior salieran a por todas.

Siguieron muchos kilómetros de tedio hasta que en el kilómetro 46 se iba el austriaco Glomser al que poco después se le unieron los rusos Gontchar y Ekimov. Un excelente trío de rodadores que tenía muchas posibilidades de llegar a meta, pero el pelotón no estaba para «bollos», por la tensión de los controles médicos del CONI, por los resultados de la contrarreloj individual y porque era una magnifica ocasión para los sprinter.

Resultado de ese «malhumor» del pelotón fue la neutralización de los tres escapados a una veintena de kilómetros para el final. A partir de ese punto, hubo tirones y más tirones que no llegaron a prosperar, como el caso de los españoles Oscar Sevilla y Martín Perdiguero y los italianos Filippo Casagrande y Andrea Ferrigato.

La locomotora del Saeco, comandada por Cipollini, aceleró el ritmo y pasó a controlar la situación para llevarse una jornada que le sabe a gloria, según comentó él mismo, por dos cosas: por ser su segunda victoria de etapa en este Giro y por igualar con el holandés Blijlevens en ese capítulo.