No pasa un día sin que los medios informativos aludan a la relación entre la abogada y el actor, que se ha erigido como bálsamo y reconfortante de una sociedad acostumbrada a otro tipo de noticias más violentas y alejadas de las páginas rosas de los periódicos.
El periódico L'Orient-le Jour se refirió en su editorial a la joven abogada, a quien calificó de «diosa que los libaneses quisieran ver en su Olimpo desolador» y de candidata para ser «presidenta, aunque sea por un día, porque sabría cómo actuar».
Antes del anuncio de compromiso, Alamedin, nacida en Beirut en 1978, era poco conocida entre los libaneses, ya que emigró con sus padres a Gran Bretaña cuando aún era una niña. Allí, estudió Derecho en Oxford para después mudarse a Nueva York y especializarse en Derecho Internacional y derechos humanos.
Como abogada, entre los casos más conocidos en los que ha trabajado, destaca el del fundador de Wikileaks, Julian Assange, o el de la ex primera ministra ucraniana, Yulia Timochenko, encarcelada durante años.
También trabajó en el Tribunal Especial para el Líbano (TEL) de La Haya, encargado de juzgar a los asesinos del ex primer ministro Rafic Hariri, así como con Kofi Annan, cuando fue enviado especial de la ONU y de la Liga Árabe para Siria, entre febrero y agosto de 2012.
Su padre Ramzi fue profesor de Turismo en la Universidad Americana de Beirut y propietario de la agencia de viajes Comet.
Su madre, Baria, una reputada periodista, es responsable de la página de internacional del diario panárabe Al Hayat, y excolaboradora del periódico libanés Daily Star, en lengua inglesa, y del semanario Al Hawadeh.
Los Alamedin pertenecen a la comunidad drusa, que representa en el Líbano entre el siete y el diez por ciento de la población y, según dijeron a Efe fuentes de esa colectividad musulmana, forman parte de la aristocracia media.
La también drusa Samar Kadi, profesional que trabaja en el ámbito de la cooperación, dice a Efe que el compromiso de Alamedin con Clooney es «algo muy positivo» y se declara «orgullosa de que una libanesa haya podido conquistar a una de las estrellas de Hollywood más inaccesible para las mujeres».
«Es un honor no solo para los miembros de la comunidad drusa sino también para todo el Líbano», agregó.
Said Francis, un publicista libanés, ironiza con el anuncio publicitario de la marca de café Nespresso, que protagoniza el actor estadounidense, y asegura que «Clooney abandona Nespresso por Café Najjar», una célebre insignia libanesa.
Francis «cambia» además el eslogan de la multinacional por un «Mate, what else?», en alusión a la tradicional bebida de la comunidad drusa implantada en el Líbano, tras el regreso de sus compatriotas que emigraron a Argentina.
Mucho más incisiva y crítica es Fadia, profesora, que señala a Efe que espera que «los políticos se avergüencen al ver hasta dónde puede llegar una libanesa a la que le rechazan que transmita la nacionalidad a sus hijos».
La misma opinión se refleja en muchos artículos periodísticos que esperan que el ejemplo de esta «mujer educada y abogada sirva de lección a los políticos para que se unan y no dividan más el país, ya que, gracias a ella, el mundo ha vuelto a situar al Líbano en el mapa».
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