Las alternativas más eficientes logran habitualmente posibilidades que a primera vista no convencen, no convencen por nuestra formación previa, o porque ya nos habíamos comprometido con otras perspectivas.
Las transparencias pueden dividirse en traslúcidas, en ligeramente opacas o totalmente opacas, por lo que dejan de ser transparentes. Si una transparencia es solamente traslúcida, quiere decir que a través de ella no se podrá distinguir aquello que se encuentra detrás.
Son intentos de imitar una propuesta científica. Evidentemente sin éxito. ¿O sí? Es un ejemplo de que un razonamiento intelectual sería poco adecuado para explicar cualquier creación artística, aunque hablemos de líneas claras y estructura digna de un estudio ingeniero.
Las transparencias procuran según la luz incidente campos de visión más o menos evidentes. Apreciamos forma, color, textura según las alternativas presenciales. Lo que refleja, parece, podría ser, y demás formulas destinadas a demoler memoria.
¿Cómo sería un mundo en el que pudiésemos ver las ideas, los pensamientos de aquellas personas que nos rodean? Careceríamos de intimidad. Estaríamos expuestos a un continuo seguimiento ajeno y automáticamente intentaríamos llegar a cierto grado de perfección, para no ser criticados. Incluso intentaríamos aparentar lo que pretendemos ser.
Que incomodidad significa esta continua exposición pública. No poder pensar nada sin que se nos vean las ideas… Por suerte conservamos todavía esta intimidad genuina. Nadie ha sido capaz hasta ahora invadir nuestro interior, descubriendo lo que pensamos.
Pero como somos humanos tentamos la suerte, a veces sin saberlo. Divulgamos pensamientos. Exclamamos afirmaciones, que dentro de determinado contexto tiene un significado, pero alejados de dicho margen contextual, cambian radicalmente su intención inicial. Y cuánto más difundimos, más posibilidad existe, que se divulguen pensamientos, que emplazados en situaciones diferentes y distintas a la primera versión, reflejen propuestas que jamás hubiésemos firmado.
Actualmente es tan habitual utilizar las tecnologías contemporáneas para la intercomunicación humana. En principio son tendencias unilaterales que proponen nuestro aporte social, y aunque cualquiera que compone nuestro ámbito amistoso puede acceder al intercambio de comunicados, esta forma de relación humana impide un debate en profundidad de temas que son precisamente eso, importantes para nosotros.
Estamos continuamente comunicados, que olvidamos el contacto presencial e importante a la hora de poner acentos a las diferentes opiniones que trasladamos a nuestro o nuestros contertulios. Existen tendencias, por ejemplo en los perfiles de las diferentes plataformas que son utilizadas para presentar imágenes de los seres más próximos y queridos. ¿Hasta qué punto es positivo y necesario que presentemos nuestra descendencia en plataformas que seguramente también utilizamos en ámbitos laborales? Por ejemplo. O nuestros estados de ánimo representados por toda una serie de iconos dignos de confianza familiar e íntima.
Es tan amplio y complejo ese proceso de comunicación, que la reflexión previa a cualquier participación social debería no solo valorarse con anterioridad, sino que el sentido común adaptado, como guía fundamental «hauria de fer-se sempre amb seny, un seny que tal vegada s'està perdent, però que no hauríem de perdre l'esperança i consciència que el seny dels majors que sempre ens acompanya, no s'ha de perdre mai».
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Periódico de Ibiza y Formentera
De momento no hay comentarios.