En la imagen, dos amigos y una pareja de enamorados pescando en el puerto de Ibiza, junto a la Marina. | DONACIÓN DE ALBERT SCHWARTZ AL INSTITUT D’ESTUDIS EIVISSENCS

El Institut d'Estudis Eivissencs, en colaboración con el fotógrafo ibicenco Josep Costa, ha terminado de digitalizar todo el legado fotográfico que donó a la institución el alemán Albert Schwartz en 2011.

Según explicó ayer a Periódico de Ibiza y Formentera Ferrán Nogués, la donación se componía «de 381 negativos de 35 milímetros y de formato medio de 6 por 6 centímetros con una pequeña parte de diapositivas en color». Según el vocal del IEE, todas tienen un alto valor histórico y antropológico «ya que en ellas se puede ver como era la vida cotidiana en la isla de Ibiza durante el año 1960, concretamente en los 32 días de marzo en que Schwartz la retrató con su cámara, una Leica americana de 35 milímetros con un objetivo Leitz Elmar, como las que se empleaba en publicidad».

En la imágenes, los grandes protagonistas son los personajes anónimos que poblaban el día a día de la sociedad ibicenca. Aparecen niñas jugando a la rayuela en la calle, otras tomando notas apoyadas en la pared, marineros esperando pacientemente en sus barcos antes de salir a faenar, parejas y jóvenes pescando en el puerto de Ibiza, justo a la entrada del popular barrio de la Marina, mujeres vendiendo sus productos en el mercado, o simplemente un hombre paseando por lo que actualmente es la Avenida de Santa Eulària. También encontramos escenas cotidianas del barrio de Sa Penya, barcos que llegaban desde Valencia o bonitas estampas del barrio de Puig des Molins. Imágenes de una gran belleza y plasticidad que según Nogués «sirven de testimonio de una Ibiza ya desaparecida que jamás volverá».

Muchas se incluyeron en el libro Eivissa 1960. Albert Schwartz. 32 dies retratant l'illa, editado por el Institut d'Estudis Eivissencs a finales de 2016 y presentado en diciembre de ese mismo año. Sin embargo otras muchas no se habían visto nunca y «ante su incalculable valor y ante el riesgo de que se pudieran acabar perdiendo», el IEE pensó que lo mejor era digitalizar todos los negativos pensando en poder enseñarlas públicamente en futuras exposiciones o trabajos.

Digitalización a cargo de Josep Costa

Con las imágenes se han llevado a cabo dos tipos de trabajo. Primero Marga Torres, Nina Ferrer y Marià Serra documentaron, secuenciaron las fotografías y crearon los textos que aparecen en el libro y, después, el encargado de todo el proceso de digitalización de los negativos fue Josep Costa, un joven fotógrafo nacido en Ibiza en 1988 especialista en trabajar con cámaras analógicas y en el revelado en blanco y negro de modo artesanal.

El propio Costa aseguró ayer a Periódico de Ibiza y Formentera que se sintió «emocionado y muy ilusionado» cuando recibió la llamada de Nogués encargándole el trabajo. «Yo soy ibicenco y como tal no podía permitir que unas imágenes tan importantes como éstas para poder conocer la vida de nuestros antepasados se pudieran perder y, además, el proyecto también me fascinó desde el primer momento porque soy un fotógrafo muy romántico, al que le gusta trabajar de forma artesanal».

Costa confirmó que se encontró unos negativos «en sorprendente buen estado» a pesar de que las fotografías se realizaron en 1960, nunca se positivaron y quedaron guardadas y olvidadas en un cajón hasta que fueron donadas en 2011 al IEE. Todo eso le ayudó en su trabajo, para el que ha empleado un escáner especial de negativos de alta calidad, y casi un año de su vida. Además, el joven ibicenco ha cedido al Institut d'Estudis Eivissencs «como agradecimiento» un positivado de tres fotos de la colección, «reveladas como creo que Albert Schwartz hubiera querido hacer si hubiera tenido dinero».

Hacer una exposición

Una vez terminado el proceso de digitalización de las imágenes tanto Costa como el Institut d'Estudis Eivissencs se mostraron partidarios «de que este tesoro» pudiera ser contemplado por todos los ibicencos. Por ello, además del libro que se presentó en 2016, ambos están ilusionados con la idea de que se pueda montar una exposición en un breve espacio de tiempo.