De ellas destacan las aves marinas y de todas, la más conocida es el flamenco (Phoenicopterus ruber). Considerado casi como un habitante más de nuestra isla en agosto, septiembre y octubre, cuando llegan centenares de ejemplares aprovechando el paso migratorio o paso post-nupcial de la especie, aumenta exponencialmente su población hasta alcanzar, según los expertos del Parc Natural de ses Salines d'Eivissa i Formentera consultados por este periódico, «los más de 800 ejemplares que se vieron en el año récord de 2011».
Sin embargo, estos registros varían según el año. En ocasiones, la mayor concentración se ha visto en agosto, mientras que en otras ha coincidido con los meses de invierno. Mientras, los mayores descensos suelen corresponder a los meses de marzo a junio y luego, normalmente, suelen aguantar en ses Salines hasta febrero, cuando emprenden viaje hacia otros lugares como la Laguna de Fuentepiedra en Málaga o la Camarga francesa, donde existen las mayores colonias de cría en Europa.
Se quedan los «inmaduros»
A pesar de ello, siempre queda una pequeña población en la isla, «compuesta mayoritariamente por ejemplares inmaduros», llamados así porque, según los técnicos del parque, «son blancos y grises al no haber alcanzado su coloración rosada que consiguen a los dos años de edad». Algo que refleja que la población de flamencos en ses Salines ha ido subiendo como la espuma. Según los técnicos, «esta especie ha pasado de ser un migrante poco común, que a finales de los años 80 apenas tenía unos pocos ejemplares a uno de los invernantes más importantes del parque».
Ahora, uno de los grandes objetivos del parque natural es que los flamencos se animen y críen de forma regular en Eivissa. Este animal hace su nido de barro, con forma de tronco de cono de unos 30 centímetros de altura y con una ligera depresión en la parte superior donde ponen un solo huevo que queda protegido de las oscilaciones del nivel del agua. Después, el macho y la hembra los incuban durante unos 30 días y cuando nacen, durante dos meses y hasta que tienen el pico suficientemente desarrollado para filtrar el alimento los alimentan con una leche similar a la de las palomas, pero con más grasa y menos proteínas, que es producida por glándulas ubicadas en la zona superior del tracto digestivo.
Pero para que puedan llevar a cabo este proceso necesitan tranquilidad. Por ello, desde el Parc Natural de ses Salines d'Eivissa i Formentera, se están llevando a cabo campañas como por ejemplo la instalación de unos peculiares espantapájaros en las torres eléctricas y que consisten en unas espirales de un intenso color naranja que pretende evitar las colisiones de las aves con las plataformas.
Concienciación
Sin embargo, la campaña más importante pasa por la concienciación de que no todo vale para poder contemplarlos de cerca. En este sentido desde el Parc Natural de ses Salines d'Eivissa i Formentera recuerdan, aunque parezca una perogrullada, «que no se puede entrar dentro de los estanques porque es una actividad expresamente prohibida y sancionable».
Además, advierten de que hay que evitar al máximo molestar a estas aves, ya «que sólo nuestra presencia las alejará y alterará su día a día». Tal es así, que los técnicos han instalado en las cercanías de Sant Francesc dos observatorios de aves, abiertos y disponibles todos los días. Aún así, para poder disfrutar de los flamencos se aconseja llevar prismáticos para garantizar una buena observación y se recomienda «estar en silencio, si somos más de una persona andar agrupados y no pasar las delimitaciones instaladas como cuerdas, puertas, señales de no pasar o canales de agua.
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