El cielo cubierto permitió que la gente disfrutara del tradicional espectáculo sin sufrir las altas temperaturas del mes de agosto. Foto: DANIEL ESPINOSA

Este año el sol ha dado una tregua a la festividad grande del pueblo de Sant Llorenç, en Sant Joan de Labritja. El calor dio un respiro a  los asistentes, que este año fueron menos. El hecho de no caer en domingo se ha hecho notar y hubo menos gente, ya que era día laborable. Hecho que no deslució en absoluto los actos de celebración.

A las 12.00 horas el obispo de Eivissa y Formentera, Vicente Juan Segura, empezó la misa solemne, que se alargó hasta las 13.00 horas. Luego la procesión con las imágenes de tres santos portados por hombres y tres vírgenes portadas por mujeres recorrieron el pueblo hasta volver a su punto de inicio, la iglesia de Sant Llorenç. En la procesión también vimos a las autoridades de Sant Joan y al alcalde de Santa Eulària, Vicent Marí y al de Sant Josep, Josep Marí Ribas ‘Agustinet' enzarzados en una intensa conversación que quizás versaba sobre los problemas de agua del municipio de Sant Josep.

Tras la procesión, en el desfile de carros de la mano de la Asociación de Carros de Eivissa y Formentera, en la que   participaron siete cabriolés, de los cuales uno era portado por un burro y otro por un poni, y tres carros que llevaron a los más pequeños de la Colla de Labritja con ellos en las tres vueltas que dieron a la iglesia.

Tras el desfile de carros, el ball pagés de la mano de la Colla de Sant Joan de Labritja hizo su tradicional ballada bajo la atenta mirada de ibicencos y turistas que no dejaban de sacar fotografías. Y mientras la Colla de Labritja bailaba, voluntarios del pueblo empezaron a repartir buñuelos orelletes y vino a los asistentes.